La hipocresía de un sistema que ha fracasado y fracasa (reseña)

Es muy habitual pensar que la realidad, en más de una ocasión, supera a la ficción. También es habitual creer que en este país no existe la pobreza. Ciertamente, la realidad en este país es muy cruda para un grupo de personas que, por las circunstancias que sean, (sobre)viven con una renta mínima; o personas que ni siquiera pueden gozar de esa renta, situándose por debajo del umbral de la pobreza. Existe la pobreza en España, sí, y el porcentaje de ciudadanos que cada vez se muestran más vulnerables es abrumador. ¿Qué ha ocurrido? ¿Cómo es esto posible? ¿Por qué la cúpula política no hace nada al respecto para revertir una situación de desigualdad cada vez mayor?

En Silencio administrativo (Anagrama), la escritora Sara Mesa ofrece un relato que oscila entre el ensayo y la reflexión, un relato que pudiera ser ficticio pero que por desgracia es real, desvelando la triste situación de un número demasiado elevado de personas que deben emprender una incesante lucha burocrática para conseguir una mísera ayuda, haciendo frente, también, a los prejuicios de una sociedad que ve con malos ojos al pobre, que lo estigmatiza y ningunea.

No es una lectura fácil ésta por las verdades que revela la autora, unas verdades que pueden contrariarnos, que somos incapaces de reconocer por aquello de: «Esto en España, no pasa». Y sí pasa, y pasa en tu propio barrio, aunque no seamos conscientes de que hayan personas que vivan en una situación extrema y deban pelearse con unas administraciones públicas que siempre logran excusarse y escudarse en mil y un formularios, en mil y un requisitos, en mil y una paradoja.

El detonante que provocó que Sara Mesa decidiera escribir sobre el «laberinto burocrático» al que han de enfrentarse aquellos que no tienen hogar y sobreviven como pueden, fue el caso real de una mujer, discapacitada y enferma, y su batalla particular para solicitar la renta mínima que tanto las instituciones políticas como los medios de comunicación aseguran que todos y cada uno de nosotros tenemos derecho a gozar. Algo totalmente falso, o para curarme en espanto y para que nadie me tilde de antisistema, algo que no es tan sencillo de conseguir pues, como digo, existen requisitos —a veces incomprensibles— «que desembocan en la desesperación». 

Así, a través de la historia de esta mujer, ciudadana como cualquiera de nosotros, con los mismos derechos —a priori—, Mesa reflexiona también sobre la desinformación que sufre la sociedad en torno a esta situación, sobre los recelos y falsedades de un sistema que ha beneficiado desproporcionadamente a las rentas altas, exigiendo más a los que tienen menos, y provocando un descontento social crónico. También delibera la autora sobre la aporofobia, ese término acuñado por Adela Cortina y que se identifica con el odio al pobre, y con ello nos lleva a realizar un ejercicio de introspección en el que nos damos cuenta de la hipocresía de un sistema que ha fracasado estrepitosamente aunque no queramos verlo. Un libro necesario para despertar conciencias, para agitarlas. 

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