Literatura, ópera y demás placeres (columna de prensa)

Empezaré la columna de esta semana con una sola palabra: espléndida. Así me pareció la actuación de una Cecilia Bartoli que pude disfrutar como un niño con su juguete nuevo en Navidad. Me emocioné, y mucho debo decir. Cuando uno contempla un espectáculo como el que ofreció la mezzosoprano romana, solo puede rendirse ante lo evidente: el aura de auténtica diva que desprende la magistral cantante lírica. Y para más inri, el concierto que ofreció en el Auditori de Castellón pude compartirlo con otra amante de estas artes operísticas y compañera mía de trabajo.
Ambos nos dejamos transportar por las suaves notas, las expresiones faciales, los gestos, la concentración y los tres bises que, a la postre, dejaron la sala sinfónica en un estado de felicidad nunca visto hasta la fecha --al menos por mí--. ¿Y qué más cosas me ha deparado la semana? Pues, como buen coleccionista y bebedor de las fuentes literarias, el día de Sant Jordi, volvió a ser, un año más, un momento especial para un servidor. Como ya les comenté hace un año por estas fechas, y con mayor fuerza por la coyuntura económica actual, mi bolsillo verá mermado su caudal. ¡Qué duro es esto de poder disfrutar de los placeres de la vida! Pero que no decaigan nuestros corazones. Con mi visión particular de la vida, creo fervientemente en la formación del espíritu e intelecto. Para ello, qué mejor que un buen libro acompañado de un buen cedé de música. Sinceramente, aunque algunos quieran convencerme de lo contrario yo seguiré defendiendo el placer de la lectura como bien supremo de nuestras vidas. Como dijo Alfonso X el Magnánimo: "Los libros son, entre mis consejeros, los que más me agradan, porque ni el temor ni la esperanza les impiden decirme lo que debo hacer".
Cecilia Bartoli vista por Kerry Waghorn

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