El necesario resurgir de la literatura de María Luisa Bombal (reseña)

El necesario revisionismo histórico que se está produciendo en los últimos años con mayor ahínco, sobre todo en cuanto al movimiento por la igualdad de género se refiere, está permitiendo que muchos de nosotros redescubramos figuras que, por desgracia, cayeron en un olvido forzado, fruto del sistema patriarcal que aún hoy impera en la sociedad contemporánea. Menos mal que se producen cambios, que esas voces que se acallaron un día vuelven a pronunciarse ahora, que sus vidas y sus obras resurgen, y además con gran fuerza.

Esta introito viene dada porque si les digo que me nombren a los autores del llamado boom latinoamericano seguro que no citarían a María Luisa Bombal, a no ser que sean estudiosos y/o académicos. Yo confieso que tampoco la habría citado, porque durante demasiado tiempo mujeres como ella quedaron invisibilizadas por el mero hecho de ser mujeres. A tiempo estamos de revertir esta situación que es, en realidad, una injusticia, porque al fin y al cabo, lo que debe imperar siempre, es la calidad literaria, la honestidad de una obra que ahora podemos leer en un mismo volumen y que ha editado Seix Barral con portada e ilustraciones de la artista y escritora vila-realense Paula Bonet —muy ligada a Chile, país natal de Bombal—.

Admirada por Borges, quien firma precisamente una especie de prefacio alabando su novela corta La amortajada, por Carlos Fuentes y también por Gabriel García Márquez, la autora chilena es para muchos la «madre» del llamado Realismo Mágico. Asimismo, se sabe también que fue una gran influencia para Juan Rulfo, lo cual demuestra que, pese a su escasa obra narrativa, su poder evocador, su imaginación y su lirismo era y es extraordinario.

En el presente ejemplar, se recoge toda su producción literaria: las novelas cortas La última niebla y la ya mencionada La amortajada, y los relatos «El árbol», «Trenzas», «Lo secreto», «Las islas nuevas» y «La historia de María Griselda». Tras la lectura de todos ellos, he de reconocer que encuentro mucho más sugerentes sus relatos, concretamente «El árbol», donde uno lee fragmentos exquisitos como el que sigue: «Puede que la verdadera felicidad esté en la convicción de que se ha perdido irremediablemente la felicidad. Entonces empezamos a movernos por la vida sin esperanzas ni miedos, capaces de gozar por fin todos los pequeños goces, que son los más perdurables». 

Son esas líneas, esos pensamientos, los que uno saborea intuyendo, además, que se encuentra ante la prosa de alguien capaz de establecer esa intimidad única entre el ser humano y, como señala Bombal mencionando a Balzac, «el hondo misterio de la tierra». Dicho de otro modo, María Luisa Bombal explora un universo oculto y personal, profundo, revelando a su vez la fuerza del deseo, la capacidad de sufrimiento, y todo ello entremezclando la fantasía con lo real, idealizando lo terrenal, confundiendo las ensoñaciones febriles del que desea ser amado con los enigmas de la psique humana. Así, la escritura de la autora chilena se revela como una especie de metáfora sobre los riesgos que corren las mujeres, superando cada una de las barreras de la vida.

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