Enamorarse, al tiempo que uno se enfrenta a sus miedos (reseña)

Iniciar una relación con alguien es algo hermoso a la par que aterrador. Hermoso por ese descubrimiento, atenuado y paulatino, del otro —y también de uno mismo en el otro, a través del otro—. Aterrador porque uno se asoma a un abismo y se despoja de esa coraza protectora del yo para pasar a un nosotros sin saber si ese movimiento será el deseado, sin saber si se dará de bruces, si saldrá escaldado, decepcionado, si se quedará vacío, roto por dentro. ¿Cómo explicar, pues, el misterio del amor, esa transformación de los enamorados en un único cuerpo, en una única mente?

Caleb Azumah Nelson realiza un ejercicio notable al intentar dar una respuesta a ese impulso, a ese territorio atrayente e ilusionante, pero también extraño y hostil, en su debut como narrador titulado Aguas abiertas (Alpha Decay), novela impregnada de referencias musicales, desde el soul al jazz pasando por el hip hop, y ambientada en un Londres vibrante pero también inseguro. ¿Inseguro? Sí, pero no más inseguro que cualquier otro rincón del planeta en el que existe todavía, y por desgracia, el racismo y xenofobia. 

Narrada en segunda persona, lo cual da buena muestra de las aspiraciones de Azumah Nelson como escritor, el protagonista de esta historia —del que nunca sabemos su nombre— vive un conflicto profundo que le impide afrontar primero y disfrutar después ese romance con la que parece ser su alma gemela. Digo parece porque esa pena que le corroe, y que tiene que ver con el hecho de ser «Negro», le niega la posibilidad de constatarlo. Y es que a lo largo de toda la historia planea una honda reflexión sobre la negritud, sobre los recelos y miedos infundados a los que se enfrentan cada día aquellas personas que nacieron con un color diferente al de la «supremacía blanca», arrastrando aún ese pasado infame que parece imposible de romper de una vez por todas.

«Conocer a alguien en una noche de verano es como insuflar nueva vida a una llama moribunda», escribe al principio del libro el autor británico. Esa nueva vida, sin embargo, es presa finalmente del fuego, quemando a su paso toda posibilidad de disfrutar de un amor que conmueve, puro, nacido de la amistad, de la confianza, de la fe en el otro. Existen pasajes muy bellos en los que se describe con sensualidad y expresividad ese incipiente amor, pero, como leemos, «el trauma te vuelve respetuoso», y son demasiados los traumas que el protagonista acarrea —morales, de desarraigo, familiares, de incomprensión—, tantos que finalmente ese respeto se torna en miedo y el miedo en huida, abandonándose, desconsolado, en la soledad más abrupta.

Existen ecos de la literatura de James Baldwin y de Teju Cole —de hecho, ambos aparecen en estas páginas—, logrando entremezclar esa historia de amor, y de la imposibilidad de amar —o mejor, de verse imposibilitado para amar—, con una invitación a expandir la mirada alrededor de la negritud fuera y dentro de la sociedad contemporánea, así como de la fortaleza y debilidad del hombre en un mundo de hipermasculinidad. Interesante lectura de un autor prometedor. 

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