Relato de un despistado por Madrid (columna de prensa)

Mi viaje a tierras madrileñas para asistir a ARCOMadrid me trajo más de una sorpresa. Quisiera relatarles brevemente --y si no les importa-- mi experiencia por esta feria del arte contemporáneo. Para empezar, imagínense qué imagen la mía. Ataviado como iba con mis "bártulos" medio colgando, la cámara de fotos a punto de despeñarse y el pesadísimo catálogo de la feria en una mano. Toda una odisea que se solucionó gracias al buenhacer de Pilar Dolz y Rafael Menezo, que me ayudaron a mi llegada al stand de Cànem --galería castellonense--. Tras charlar con ellos y ver la obra que traían en esta edición --y de la que hablamos en este número-- me dispuse a adentrarme en esa selva repleta de obras y más obras. Esculturas, videoinstalaciones, lienzos... todo un mar de posibilidades capaz de impresionar a cualquiera. Y es que el arte contemporáneo es así. Queramos o no, nos produce una sensación, una expresión en nuestros rostros. Tras la jornada pude comentar esto mismo con unas amigas "berlinesas". Como era de esperar me preguntaron ¿qué tal por ARCO? Yo respondí con una frase que, quizás, a muchos causará revuelo: "Ha sido curioso". ¿Curioso? Pues sí. Esa es la sensación que me he llevado de allí. Y es que el ser humano es curioso por naturaleza --una expresión algo tópica, ¿no creen?--. Siempre nos interesamos por saber aquello que desconocemos. Somos así y no lo podemos remediar. Y el arte contemporáneo actual, a mi modesto parecer, busca esa misma idea: ofrecernos algo que no sepamos con seguridad qué es, para así hacernos partícipes en su investigación y entendimiento. Así, llegamos a preguntarnos qué ha querido decir el artista con esa obra o qué fue lo que le indujo a utilizar esos materiales y formas de expresión. En definitiva, el arte de hoy es un enigma.


Escultura de Miquel Gozalbo.

Comentarios

Maica ha dicho que…
Mon ami. Me he paseado por tu blog, porque te conozco y para conocerte también así, de este lado. Curioso cómo te veo venir o cómo leerte fácil porque conozco al humanista e intelectual (en ciernes, con permiso) que está justo en el otro lado.
No sé si un día serás un gran escritor, o un buen escritor o; pero serás escritor un día. Porque esa barba twenty-five irá desaprendiendo la diplomacia propia del estudiante que escribe siempre bajo el yugo de la nota, ergo aprobado, ergo título; porque dejarás de escribir hacia afuera y las palabras serán mar y no estanque, y el texto fluirá sin pretexto, y entonces serás tú, y a partir de ahí, todo lo demás, todos los demás.
Besitos.

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