Escribir sobre el dolor real, sobre la realidad prosaica (reseña literaria)

Escribir sobre el dolor físico, el dolor del alma, el dolor propio o ajeno, el dolor autoinfligido... Somos seres vulnerables, que se quiebran fácilmente. El miedo, las dudas o la pérdida, todo juega en nuestra contra para dejarnos claro que no hay nada seguro, que la injusticia existe, es real, como la muerte. 
Los once relatos que comprenden Ocho centímetros (Páginas de Espuma), de Nuria Barrios, te despojan de esa coraza protectora de realidades, esa especie de armadura que impide ver y ser consciente de que los fantasmas pueblan cada rincón. Arthur Schopenhauer se mostraba convencido de que “toda vida es esencialmente sufrimiento”, lo cual, tras la lectura de estos textos uno puede llegar a confirmar. Barrios escribe sobre la drogadicción, sobre enfermedades terminales y desesperación, sobre la ausencia. Y para ello no necesita crear un mundo imaginario, alternativo, no. Basta con pasear por tu ciudad, acudir a la periferia, o fijarte en tu misma vecindad, tus familiares y amigos. La locura o la aflicción la padecemos todos, nadie se salva.
Adornar el lenguaje para expresar ciertas torturas físicas o emocionales tampoco sirve de mucho. En ocasiones, la franqueza resulta necesaria. Las imágenes poéticas, evocadoras, el tono que busca embellecer la historia... es inútil cuando se habla de adictos al crack o del cáncer. El que sufre en primera persona no quiere florituras, ni compasión. Y los que sufren en la corta distancia tampoco encuentran el consuelo. Barrios lo sabe, o creo que lo sabe, pues hace uso de un lenguaje cercano, muy cercano, alejándose de la pomposidad. 
No es esta una lectura fácil, pues no gusta en demasía ser testigo de esas roturas o carencias, de esa extrema locura que se cierne sobre nuestros cuerpos sin previo aviso. Resignarse o compadecerse en nada ayuda. No obstante, lejos de sumergirnos en un oscuro pesar, pues siempre es preferible discurrir por otros cauces, relatos como éstos son un auténtico baño de realidad, ya que le procuran al lector una vía para tomar conciencia, para comprobar que tenemos un límite ante la desesperación y el dolor. 

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