Evitar los círculos cerrados donde viven los indiferentes (opinión)

Volver a la rutina, retomar las viejas costumbres del día a día, mismas manías, mismos antojos y ensoñaciones... Nos regimos por un orden, establecido aunque imaginado, gracias al cual discurren nuestras vidas con mayor o menor impacto ante nuestros semejantes, con mayor o menor sentido para nosotros mismos. De ahí que hayan, creo yo, dos clases de personas, los conformistas e inconformistas, las personas que prefieren permanecer indiferentes ante su realidad y los que deciden actuar de forma respetuosa y perspicaz para mejorar y/o intentar cambiar esa realidad que creen puede prosperar. 

Ricardo Piglia, en el segundo volumen de esa magistral obra que son Los diarios de Emilio Renzi (Anagrama), se fija en la figura del indiferente. Dice —bueno, en realidad es Renzi quien habla (¡Pero quién es Renzi si no Piglia!)— que lo que le subyuga del indiferente es «la decisión de animarse a vivir sin los otros», y añade: «Vive en un círculo cerrado». Y uno piensa en la actual situación social y política de este país y se da cuenta de todos los que parecen vivir en ese círculo cerrado, que cada vez son más lo que deciden, de forma consciente, ignorar el estado de las cosas. Esto es preocupante, y mucho. No podemos permitirnos el lujo de mantener esa eterna espera fruto de una estúpida lucha de egos que no va a ninguna parte y que, en realidad, sirve para hacernos más dóciles. Si realmente vivimos en una sociedad plural, evitar esos círculos cerrados (y viciosos) debe ser una prioridad.

Comentarios

Entradas populares