Un año literario fascinante y con esencia de mujer (opinión)

No soy muy dado a confeccionar listados sobre lo mejor y lo peor del año. Opino que estos inventarios son más bien dañinos, por fariseos. Normalmente, existen intereses particulares que influyen en la confección de dicha lista, que no olvidemos debe ser orientativa, nunca imperativa —por más que algunos olviden este hecho y quieran dar a entender que son los únicos que tienen la potestad de decidir qué es lo bueno y qué es lo malo—. Dicho esto, sí quisiera compartir una sensación o, mejor dicho, la impresión de sentirme fascinado por varias mujeres durante este año.

De entre todas mis lecturas del presente curso quiero destacar algunos nombres de mujeres escritoras y traductoras que han sabido conquistarme por diversos motivos. La primera de ellas no es otra que Lucia Berlin, cuyos relatos aparecieron bajo el sello Alfaguara con el título de Manual para mujeres de la limpieza. Puedo asegurar que estos textos son de lo mejor que he leído y que probablemente leeré jamás. También me quedé prendado con la narrativa corta de Sara Mesa. Con Mala letra (Anagrama), la autora sevillana me ha demostrado que es y será una grande de nuestras letras. En el ámbito de la traducción debía aparecer en escena Inga Pellisa, encargada de trasladar al castellano la jerga y el mundo vudú de Ishmael Reed y su Mumbo Jumbo (La Fuga Ediciones), una tarea nada fácil. Y podría nombrar también a otras mujeres increíbles como Selva Almada, Carmen M. Cáceres, Alicia Kopf, Brigitte Findakly, Angelika Schrobsdorff... Un año literario con esencia de mujer.

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