El pensamiento (literario) de Ursula K. Le Guin (reseña)

El acto de conversar, de exponer una serie de ideas bien argumentadas y saber escuchar (y respetar) una réplica, es todo un arte, un ejercicio intelectual que se está perdiendo o, en su defecto, que no se considera importante. Esto es así porque no hay tiempo para establecer un diálogo con el otro, con los otros. Hoy día todo es inmediato y las conversaciones, por tanto, fugaces, efímeras, sin atisbo de un mínimo juicio o análisis. Podría decirse que, actualmente, más que conversar o dialogar, simplemente balbucimos cuatro palabras y casi siempre para expresar opiniones que son más bien exigencias, pues todos tenemos razón y no aceptamos que nadie nos diga lo contrario.

La entrevista como género periodístico ha perdido en gran parte ese cariz plácido de la (buena) conversación. Como digo, no hay tiempo (y tampoco espacio en los medios convencionales de la prensa), hecho que provoca cierto empobrecimiento en el resultado final, una falta de sustancia que sí se daría (se da) cuando ambos interlocutores disponen del tiempo necesario (y del espacio, insisto) para reflexionar sobre una o varias cuestiones concretas.

Resulta sorprendente, por lo enriquecedor, el hecho de encontrarse con la publicación de extensas entrevistas. Y resulta todavía más admirable hallar un diálogo permeable, un verdadero intercambio de pareceres y de reflexiones que conducen a las partes implicadas en esa conversa a territorios quizá inexplorados. Es ahí, en esa reciprocidad, donde tiene lugar la magia que se traduce en arte, donde las ideas cobran sentido y son capaces de describir y explicar nuestro mundo, además de implicarnos en él.

Leo con sumo placer Conversaciones sobre la escritura que ha publicado la editorial Alpha Decay —con traducción de Núria Molines Galarza—, una serie de charlas que mantuvo la escritora Ursula K. Le Guin poco antes de fallecer con su amigo David Naimon. El deleite, que es también gozo y diversión, viene provocado por la complicidad que ambos muestran en sus charlas, unas charlas que nada tienen que ver con las formas abreviadas y superficiales a las que nos hemos visto condenados por el florecimiento de las redes sociales y la mensajería móvil.

Divididas en tres bloques (narrativa, poesía y ensayo), el lector asiste a la plasmación del pensamiento de una de las mejores —sino la más importante— escritoras de ciencia ficción que ha dado la literatura del siglo XX. ¿Qué importancia tiene la estética en un texto? ¿Cuál es la función del lenguaje? ¿Y la relevancia de la filosofía en la narrativa o el componente lírico de la prosa de Le Guin? ¿La literatura, el lenguaje, es política? ¿Puede la literatura, el lenguaje, curarnos la ignorancia o la culpa? Naimon y Le Guin se enfrascan en una serie de observaciones lúcidas sobre estas y muchas otras cuestiones, como el papel de la mujer en la literatura, además de realizar una sólida defensa del género fantástico, considerado por algunos como un género menor. Este pequeño libro es en realidad un gran libro que recoge, tal vez sin pretenderlo, el pensamiento de una escritora singular, extraordinaria. Una lectura inspiradora. 

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