Pequeñas tragedias de un matrimonio acomodado (reseña)

«Me gustaría que alguien me dijera cómo puedo vivir». Eso le dice Otto Bentwood a su mujer Sophie, protagonistas de Personajes desesperados, novela de Paula Fox que recupera la editorial Sexto Piso. Esta sentencia, que es a su vez una especie de súplica, además de un interrogante que todos nos hemos formulado en algún momento de nuestra existencia, define a la perfección la esencia de esta obra que bien pudiera adscribirse a una corriente realista o costumbrista de la literatura norteamericana, si bien la prosa de Fox rezuma un lirismo que va más allá de lo tangible.

Esta lectura nos invita a adentrarnos en una historia que se sitúa constantemente entre dos ámbitos o que se lee bajo dos lentes diferenciadas. Por un parte, y dejando a un lado toda retórica literaria, observamos elementos que permiten indagar en los espacios exteriores de la condición humana. Por otro, la escritora nos conduce hacia el interior, hacia esa exploración de la naturaleza humana, aquella que se caracteriza por la paradoja constante.

El matrimonio Bentwood, formado por una pareja que ya ha alcanzado la cuarentena, que no tiene hijos, y cuya vida parece resuelta, es decir, un matrimonio acomodado de clase media-alta, sufre una pequeña crisis existencial provocada, en parte, por el mordisco y arañazo que un gato callejero le asesta a Sophie. A partir de ahí, las inseguridades de ambos afloran, sus miedos, sus delitos y faltas, y todo ello nos es narrado de forma extraordinariamente sencilla, elegante, demostrando una vez más (demostrándome a mí una vez más), que un nutrido grupo de escritores estadounidenses del siglo XX poseen un verdadero don a la hora de articular las palabras, de ordenarlas y dotarles de la fuerza necesaria para que te conmuevan.

Personajes desesperados es una historia aparentemente anodina, pero repleta de tragedias que desestabilizan la armonía de esta pareja que sabemos no es perfecta (ellos mismos saben que así, aunque no quieran confesarlo). Ambos poseen personalidades muy diferenciadas, casi antagónicas, y lo que al principio parecía no importarles cada vez cobra mayor relevancia. Esos pequeños detalles, esos hábitos, marcan ahora una lucha (interna y externa) que les pone a prueba. «Sólo los seres vivos hacen daño», leemos, palabras que nos inducen a reflexionar sobre la complejidad de un mundo que no alcanzamos a comprender todavía, o que no terminamos de entender, no en su totalidad.

Paula Fox describe un mapa emocional en el que el terror, la huida, el fingimiento, la banalidad palpable o el horror soterrado tienen cabida y son protagonistas, a pesar de estar narrando la apacible existencia de estos dos neoyorquinos. Pocos autores logran tal efecto sin parecer demasiado pretenciosos, sin querer forzar cada acción y exaltación. Nadie diría que una vida, por más convencional que nos parezca, esté exenta de rabia y sobresaltos, menos si esa vida está narrada con la maestría de una autora que conmocionó a otros autores del calibre de Jonathan Franzen —que firma el prólogo de esta edición—, David Foster Wallace o Jonathan Lethem. Personajes desesperados es una novela excelente.

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