Retrato elegante sobre el comportamiento humano (reseña)

Decía Octavio Paz que el mundo cambia si dos personas se miran y se reconocen. Encontrarse en el otro, verse en el otro, ser en el otro, es una experiencia que va más allá de lo inteligible, no se puede explicar, como tampoco puede ser aclarada la existencia (o no) de la pureza del alma. ¿O sí se puede? Quizá, las acciones de aquella gente que cree en la caridad y que demuestra tener un corazón compasivo puedan esclarecer ciertas dudas al respecto, personas que tienen fe ciega en la bondad del ser humano y en un mundo libre de sufrimientos  y aflicciones. No obstante, la sociedad está presa de una enfermedad cruel: la indiferencia.

Encogerse de hombros, mirar hacia otro lado, ignorar, son acciones que se llevan a cabo diariamente y que van en aumento en esta sociedad cada vez más individualista, una sociedad que ya no reconoce la compasión o la misericordia como un presente, sino como una debilidad. Todo ello provoca que vivamos tiempos aciagos, de un pesimismo que en nada nos beneficia, como tampoco nos favorece esa pérdida de ilusión por los acontecimientos extraordinarios, como esa mirada en la que reconocerse, o como la presencia de una ballena blanca varada en la playa. 

Paul Gadenne es el autor de Ballena (Periférica), una nouvelle exquisita en la que narra, precisamente, el naufragio de un cetáceo en la costa, un hecho a priori excepcional que pronto los lugareños convierten en algo anodino ante la atónita mirada de Pierre y Odile, dos personajes que no logran entender esa pasividad de sus conciudadanos ante una situación que a ellos les despierta no sólo una gran curiosidad sino la capacidad para reflexionar sobre el lugar que ocupamos en el mundo y sobre el lugar que dejamos en él.

Gadenne, autor prácticamente desconocido y que ahora están recuperando en su país natal, Francia, y estudioso de Proust, narra con suma elegancia un pasaje que entrelaza la fábula clásica con una profunda meditación sobre el comportamiento del ser humano, y lo hace además con un lenguaje precioso, sutil y refinado del que es imposible no enamorarse al instante.

El escritor francés, en apenas cuarenta páginas, logra un texto que va de lo particular a lo universal, y que entronca el relato de lo cotidiano con una disertación sorprendente acerca de la conducta y el proceder de todos nosotros, seres asustadizos e impasibles, pero también sensibles y piadosos. En cierto modo, Gadenne hace una radiografía de la sociedad de su época y que no dista mucho de la actual, confirmando aquello de que cometemos siempre los mismos errores. Pero ¿es eso cierto? ¿Seguiremos pasivos ante el dolor ajeno, ante la injusticia, inexpresivos ante lo que se nos antoja sorprendente o extraño, tan extraño como es la propia condición humana? A través de Pierre y Odile, de su afán por ver a esa ballena blanca varada en la orilla del mar, comprendemos que hemos de ser nosotros mismos los que podemos y debemos fomentar la humanidad, porque sólo así el mundo logrará cambiar. 

Esta pequeña obra es, en realidad, una magistral pieza donde encontrar consuelo, estando solo o con un alma afín. 

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