Un compromiso con la memoria afrocolombiana (reseña)

Cuánta razón tiene Marta Sanz cuando dice que leería las novelas de Juan Cárdenas «en voz alta por su belleza y por su potencial incisivo contra nuestras renovadas buenas costumbres». La escritura del autor colombiano tiene un ritmo, una cadencia, que invita a reunir a un nutrido grupo de personas en círculo y representar a modo teatral la acción que en ella transcurre. La suya es una literatura oral, participativa, en cuanto a ese espíritu polifónico que transmite. Son muchas las voces que en sus palabras se escuchan. Muchas las voces, de la historia, de la imaginación, que uno oye mientras lee. Y eso, todas esas posibilidades retóricas que incluyen un juego y también una «recuperación» léxica, hace que adentrarse en sus novelas o relatos sea una experiencia que va más allá de lo puramente literario. 

Leer a Juan Cárdenas es algo sensitivo, una opinión que se reafirma tras finalizar, con ese sabor amargo de las lecturas que uno no quiere que concluyan, Elástico de sombra, una novela corta que edita Sexto Piso y en la que entremezcla la fantasía con las típicas narraciones entre la tradición y el mito, y que aprovecha para reflexionar sobre el pasado de su país, Colombia, y sobre un estado o situación social que, pese a lo que muchos creen, sigue vigente hoy día, como es la esclavitud o la diferenciación entre clases.

Así es, Cárdenas se adentra en los orígenes de una danza o baile tradicional colombiano, el baile de los macheteros, un juego, dicen, que es el resultado de una simbiosis entre tradiciones y técnicas que provienen de la esgrima y que los negros y campesinos de ciertas zonas fomentaron para entretenerse. En las regiones cafeteras, por ejemplo, el uso de los machetes en la vida diaria era culturalmente importante, y en cierto sentido el autor se sumerge de lleno en ese mundo de secretismos, de fábulas y mitología, donde aparecen brujas, duendes y hasta el mismísimo diablo encarnado, donde el viento es un personaje más, y donde unos viejos macheteros emprenden una aventura que recuerda a la típica epopeya homérica.

Con un lenguaje vivaz, que se muestra exuberante en sus formas, con una retahíla de localismos que no hacen sino engrandecer la atmósfera para que el lector se sumerja por completo en ese universo del antiguo arte marcial afrocolombiano, acompañamos a ese singular grupo de héroes por accidente, y en ese periplo, a través de sus dimes y diretes, de sus venturas y desventuras, Cárdenas fija el objetivo en la extrema desigualdad de clases que todavía hoy existe. En este sentido, Elástico de sombra puede valer también como una exploración que se torna en una especie de reprobación sobre la visión occidentalista, blanca y de buena cuna que impera, para nuestra desgracia, en la actualidad. Vivimos en un mundo injusto y cruel, que sigue en manos de unos pocos «ilustrados», donde pagan justos por pecadores y en el que la dignidad de un amplio grupo de personas brilla por su ausencia. Emotiva y emocionante historia, un goce literario (verbal y escrito) que demuestra, una vez más, el increíble talento de Cárdenas.

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