La insólita experimentación poética de W. H. Auden (reseña)

No hace mucho leí en un comentario la palabra «poetófobo». Obviamente, estamos ante un barbarismo, ante una palabra que no existe, si bien uno entiende su significado: el que siente odio o antipatía por la poesía. Reconozco que no es mi caso, aunque sí he demostrado cierta indiferencia o reparo en sumergirme en ese territorio del lenguaje, de la literatura. Sí, es cierto, no soy un ávido lector de poesía, pero soy capaz de reconocer la belleza estética y el ejercicio intelectual que hay tras un poema. 

De forma paulatina, pero con convicción, he ido acercándome a ese paraje, para mí todavía inhóspito, del lenguaje que hunde sus raíces en lo más profundo, uno de los grandes edificios de las artes. Y en ese acercamiento, he ido descubriendo algunas mentes privilegiadas, almas sensibles, reflexivas y comprometidas con el poder de la palabra. Una de esas mentes es la de W. H. Auden del que me interesé hace ya algunos años, más concretamente cuando leí esa selección de ensayos literarios recopilados en El arte de leer (Lumen) que llevó a cabo y prologó Andreu Jaume, quien firma, también la traducción y epílogo de lo que podríamos considerar un pequeño milagro editorial, como es la edición del poema del autor británico Elogio de la piedra caliza que Acantilado ha tenido a bien publicar.

Si ya en esa antología de textos críticos firmados por Auden uno puede llegar a conocer sus inquietudes literarias, gracias al exquisito texto de Jaume que encontramos al final del que muchos consideran como «uno de los poemas más importantes del siglo XX», profundizamos en la mente del poeta y su necesidad de afrontar nuevos retos a través de la propia poesía, experimentado, por ejemplo, con la métrica silábica, «insólita en la tradición poética anglosajona», en palabras del editor y crítico mallorquín. 

Jaume advierte además que este poema es uno de los más celebrados, sí, pero también uno de los menos accesibles. Elogio de la piedra caliza fue, a su vez, el preludio o inauguración de una nueva etapa en la labor poética de Auden, quien fue, para otro poeta laureado como Joseph Brodsky, «la mayor inteligencia del siglo XX». Ciertamente, la figura del escritor me resulta cada vez más atrayente.

El propio Auden, en uno de los textos críticos de El arte de leer, asegura que «hay libros que son injustamente olvidados; ninguno es injustamente recordado», y tras la lectura de este poema largo y el posterior epílogo de Andreu Jaume uno puede estar seguro de que estamos ante un libro que será siempre justamente recordado, porque esta pieza escrita en 1948 es «un poema complejo pero que ejerce una inmediata fascinación, gracias sobre todo a la modulación persuasiva de la voz que habla, al poder de las imágenes y a la hondura de las meditaciones que desarrolla». Auden nos habla de un paisaje, el del sur de Italia, y a través del mismo nos está hablando de una profunda crisis de la conciencia europea tras la Segunda Guerra Mundial. El regreso a la naturaleza, el amor y el gozo, la vida del espíritu... Todo ello se encuentra aquí, en estos versos que ejemplifican un poderoso virtuosismo. Esta lectura supone un verdadero deleite, incluso para las almas afligidas.

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