Un trío de mosqueteros nos dejó (columna de prensa)


Francisco Ayala

Dos cabezas pensantes dejaron de hacerlo esta última semana. Dos nombres ilustres del humanismo. Dos plumas inquietas que corretearon sin cesar y que nos regalaron páginas repletas de pasajes sabios. Sin embargo, estas dos almas literatas no viajan solas. Un cómico, actor con mayúsculas, les acompañará en el camino hacia un mundo en el que otras mentes privilegiadas, a las que envidio profundamente --envidia sana-- por su heroicidad, ya les esperan con más historias que contar, interpretar o estudiar: Francisco Ayala, Claude Lévi-Strauss y José Luis López Vázquez. Tres personajes que, en principio, no tienen nada en común pero que conforman un trío de mosqueteros que ha logrado, a lo largo de sus diferentes trayectorias, algo que el ser humano necesita de forma imperiosa --aunque no se le dé la importancia que requiere--, como es la creación y el fomento por el conocimiento, sea este literario, socio-antropológico o interpretativo. Seres que bien podrían ser de otro planeta por su dedicación, a la que aspiro llegar algún día. Esta semana leía una de esas ingeniosas frases del ensayista y escritor granadino: “Soy un cómico que lleva años esperando a que se baje el telón, pero no termina de bajarse”. Maestro Ayala, el telón finalmente bajó y debo decirle que ha cosechado usted los aplausos más emotivos y sinceros de un público entregado. Sus obras, al igual que los estudios de Lévi-Strauss, o la filmografía de López Vázquez, ya forman parte de nuestro patrimonio. Y como no podía ser de otro modo, me uno al resto de medios, entidades y demás personalidades del mundo de las letras para rendir un pequeño homenaje al último representante de la Generación del 27, a uno de los padres de la antropología moderna y a un actor de actores. Mil gracias.

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