Explorando el universo

Josep M. Trigo fotografiado por Paco Poyato

El poeta inglés Alexander Pope decía que “toda la naturaleza es como un arte desconocido del hombre”. Recuerdo ahora, al leer estas palabras, una reflexión que escribí en torno al proyecto fotográfico Camouflages, de la castellonense Laura Vallés. En aquella ocasión decía lo siguiente: “el ser humano siempre ha sentido la necesidad de adentrarse en territorios inhóspitos. Ese afán aventurero por descubrir paraísos perdidos es una característica innata. Probablemente, el hecho de que seamos inquietos sea la razón más plausible para explicar estas y otras cuestiones. Bien es cierto que cuando nos topamos con algo desconocido, queremos, casi de inmediato, ahondar en ello. Curiosidad lo llaman; una de las mejores --aunque a veces, más peligrosas-- facetas de que disponemos. Por otro lado, ese carácter explorador puede ser excesivo si penetramos con demasiado ahínco en aquello que buscamos”.
Si algo caracteriza al ser humano es, precisamente, el miedo y la atracción hacia lo desconocido. Quizá por eso, todo aquello que no logramos explicar de una forma inteligible resulta enigmático. Las artes y las ciencias, muchas veces, nos ayudan a entender esas y otras cuestiones. Sirven como plataforma para hacernos ver la parte racional e irracional de la vida, y eso es algo que atrapa, no les quepa duda.

más allá
“El espacio: la última frontera. Estos son los viajes de la nave estelar Enterprise, en una misión que durará cinco años, dedicada a la exploración de mundos desconocidos, al descubrimiento de nuevas vidas y nuevas civilizaciones, hasta alcanzar lugares donde nadie ha podido llegar”.
La voz de William Shatner servía de introducción para cada episodio en los créditos iniciales de la célebre serie cinematográfica Star Trek. Me sirvo de este referente de ciencia-ficción para lanzar una pregunta al vuelo. ¿Hastá qué punto los relatos de ciencia-ficción pueden convertirse en realidad? Vista la evolución tecnológica que estamos viviendo a día de hoy, todo parece factible. Explorar las galaxias, deambular por el vasto universo, seguro que llega a producirse, con el tiempo. Sin embargo, para poder alcanzar ese objetivo resulta esencial la capacidad de investigación y estudio de que disponemos. Son muchos los científicos que pasan sus horas intentando comprender las características interplanetarias. Uno de ellos es el astrofísico y científico titular del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Josep M. Trigo.

aportaciones
El castellonense acaba de presentar esta misma semana en la Universitat Jaume I sus dos nuevas publicaciones: Las raices cósmicas de la vida (Ed. Universitat Autònoma de Barcelona) y Meteoritos (Ed. Catarata-CSIC). La presentación fue precedida por una conferencia que tituló ‘Els orígens còsmics de la vida: claus en meteorits’. De forma muy gustosa nos concedió algunos minutos de su tiempo para respondernos a algunas preguntas concernientes al grueso de estos trabajos, su tesis.
Trigo confesó que sus dos últimos libros resultan “igual de relevantes” porque tratan, entre otras cosas, de explicar el inicio del universo, su origen. ¿Cómo se produjo exactamente la formación de los planetas? ¿Cuánto tiempo se necesitó para ello? ¿De qué están compuestas las materias interplanetarias que llegan a la Tierra? ¿En qué se parecen los asteroides y los cometas? ¿Es la vida en la Tierra un fenómeno único, un accidente cósmico? ¿O es más bien una característica “natural” del universo que se produce en unas condiciones determinadas, no necesariamente privativa de nuestro planeta? “El público se pregunta por el origen de todas estas cuestiones. En este sentido, he intentado hacer una descripción de las distintas clases o tipos de meteoritos existentes”, nos dice, haciendo referencia a su obra Meteoritos.
Las lecturas de estas dos obras científicas de carácter divulgativo permiten reflexionar acerca de aquello que desconocemos o conocemos bien poco. Realmente, “son estudios muy rigurosos”, estudios que invitan a plantear preguntas mucho más profundas de lo que uno espera. Como dice Trigo, “los cometas y los meteoritos son viajeros de nuestro sistema solar y de sus confines”.

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