“Lo mejor está por llegar”, y esperemos que tenga razón (columna de opinión)

Hace cuatro años, por estas mismas fechas, escribía sobre la victoria de Barack Obama en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos. Un hito histórico, apunté. Pensar en ello me lleva reflexionar sobre la fugacidad del tiempo, un tiempo que se ha vuelto en nuestra contra y que niega a la sociedad el disfrute de su mayor virtud: la libertad. La mezquindad gana terreno y creer ya no es un acto de fe, más bien es un estado de locura. A pesar del pesimismo reinante, tirar la toalla no es una opción. Ahora, y tomando prestado el título del filme de Damián Szifrón, es “tiempo de valientes”. Como decía Vicent Van Gogh: “¿qué sería la vida si no tuviéramos el valor de intentar algo?”. Este es nuestro momento, hartos ya de tanto desvarío, hartos ya de ver cómo las manzanas podridas se aferran al poder provocando el pánico debido a su icompetencia.
El ninguneo, ese gesto tan feo que la clase política de cualquier rincón del planeta parece empecinada en poner en práctica de manera gratuita, tiene los días contados. Nuestra mejor baza es el pensamiento, mediante el cual podemos mostrar una y otra vez nuestro rechazo a un sistema corrupto, obsoleto. Quizá sea una utopía, que todo siga como hasta ahora y que el sistema nos devore como lo está haciendo ya. Sin embargo, como buen ser iluso, me creo a Obama cuando dice en su discurso de reelección que “lo mejor está por llegar”. De no ser así, mejor huir a tierra de nadie.

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