Descifrando el enigma de la propia escritura (reseña literaria)

En cierta ocasión dije que la prosa de Eduardo Halfon era adictiva. No mentí. Al menos, no me mentí a mí mismo. Explorar el mundo narrativo del escritor guatemalteco puede llevar al lector a un viaje repleto de inseguridades, de dudas, de pensamientos volátiles. Sus personajes, que son él mismo --o se le asemejan extraordinariamente--, son humanos, muy humanos. No encontramos en ellos expresiones vanidosas, petulantes, no. Tampoco hallamos en su psicología detalles que lleven a pensar que son seres de ficción pura y dura, quiero decir, personas que rozan la perfección moral y estética de un héroe. No. Halfon escribe de forma directa, sincera. Halfon describe individuos que nos son cercanos, sujetos con un pasado que les marcó profundamente, entes dubitativos ante un presente y un futuro incierto, tan incierto como paradójico, juguetón, atrevido y arriesgado, acongojado.
Esa adicción que me ha creado Halfon, su escritura, claro, aunque también él porque su escritura es su YO, ha provocado que buscara ansioso el libro que le diera mayor repercusión mediática, El ángel literario (Anagrama). Con esta obra fue finalista del prestigioso Premio Herralde de Novela hace ya una década, si mal no recuerdo. Y a través de ella he encontrado a un Eduardo Halfon preocupado, obcecado, abrumado. ¿Por qué? En primer lugar, el libro no es una novela, tampoco un diario, ni un compendio de entrevistas, ni cuentos de ficción. Es todo ello y es nada. Un mosaico de su proceso literario, un juego de equilibrios, un compendio de preocupaciones e inquietudes que buscan ciertas respuestas. 
Podría decirse que El ángel literario nace con el propósito de responder a una pregunta en concreto: ¿cuándo decide un escritor serlo? O mejor, ¿cuándo un escritor es consciente de querer dedicar su vida a ello, a la escritura? Para dilucidar estas cuestiones que le mantienen en vilo se sirve de ficciones, creando historias sobre los orígenes de Hermann Hesse, Raymond Carver, Hemingway, Piglia y Nabokov. A través de estas "biografías" anhela encontrar el momento preciso en el que declararon ser escritores, el momento en el que un "ángel" (literario) decidiera bautizarles para tal propósito. Y Halfon se cuestiona, se cuestiona todo, y escribe sobre diálogos que mantuvo con Vila-Matas u Horacio Castellanos Moya, entre otros, diálogos en los que pretendía indagar más y más sobre los orígenes. 
Este enigma literario, híbrido de novela o rompecabezas, es una demostración de amor por el arte de escribir, de escribir bien. 

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