Una novela de cartas delicada y melancólica (reseña literaria)

Sergio Pitol está convencido de que nada es real hasta que no se haya narrado. Su narrativa siempre tiende a confundir al lector, juega con él. En una ocasión leí que escribía: "con plena conciencia de sus riesgos inventé juegos artificiosos que a nadie divertían". 
Esa delgadísima línea que separa la realidad de lo ficcionado siempre capta mi atención, me hipnotiza. Así, cuando uno lee a Lea Goldberg y sus Cartas desde un viaje imaginario (Pre-Textos) queda atrapado en su red, ensimismado, enamorado de su sutileza, de esa delicada forma de mirar el mundo, de su estilo aparentemente fácil, su transparencia y lucidez, su ficticia realidad. 
Goldberg fue una de las más significativas poetas en lengua hebrea y me atrevería a decir que una escritora necesaria, lo cual me lleva a preguntar cómo es posible que su obra aún esté por descubrir tanto en Alemania, donde nació, como aquí en España. En Cartas desde un viaje imaginario la autora nos presenta a Rut, una mujer joven que intenta alejarse de una experiencia amorosa desdichada. En ese proceso de huída decide escribir una serie de cartas a su querido Emmanuel, Emmanuelito, E., ese hombre cuyo amor no corresponde al que le profesa nuestra dulce Rut. Así, esas cartas le sirven de plataforma para analizar sus temores, para confesar sus debilidades, para mostrarse tal cual es, un ser humano deseoso de que alguien, en algún lugar, la quiera. Tan sencillo como eso. Tan complicado como eso. El amor. 
Desde Berlín, Colonia, Bruselas, Brujas, Ostende, París y Marsella, Rut no deja de expresarse y analizar todo cuanto le rodea. Sin embargo, esas misivas no han sido escritas en los lugares que todos creímos, no. Para sorpresa nuestra, la del lector, Rut nunca ha dejado su habitación, su imaginación es la que viaja, la que observa y habla, la que explora, la que versa sobre pensamientos acerca de la literatura, la pintura, la naturaleza, el paso del tiempo y, nuevamente, el amor. "El mundo ha sido y será siempre el tema de un mismo poema", escribe Rut, escribe Lea Goldberg.
Esta novela epistolar ficticia es un cúmulo de imágenes de gran belleza, de poderosa atracción. Podría decirse que roza un estilo casi poético para hablarnos de la soledad y la ruptura de relaciones, con tonos trágicos, de la decepciones e ilusiones, de la vida y la muerte. "A mí no se me ha permitido ser esa única persona cuyo beso tranquiliza", dice Rut. Querida, queridísima Rut. 

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