Leer mil páginas para poder escribir una simple línea (opinión)

David Grossman, uno de los escritores israelíes más relevantes de la actualidad, ha participado esta semana en Kosmopolis, esa magistral feria literaria que el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) alberga cada año y que nunca decepciona, para presentar su última novela, Gran Cabaret (Lumen). Leer estos días sobre su paso por la ciudad Condal me hizo recordar la primera y única vez hasta la fecha que tuve oportunidad de escucharle en persona. Fue en Guadalajara, México, en 2013, durante la charla inaugural de la Feria Internacional de Libro (FIL) que ofreció junto a Mario Vargas Llosa. Recuerdo que algunas de las palabras que pronunció se me quedaron grabadas. En un momento de la charla entre ambos literatos, Grossman intentaba responder a la pregunta de cómo afecta la lectura la escritura. Y esa misma cuestión revolotea por mi mente (como tantas otras) desde hace ya mucho tiempo. Como era de esperar, el israelí tenía claro que para escribir mínimamente bien, uno debe haber leído mucho, algo que un buen número de aspirantes a escritor parecen haber olvidado. 
Hablando con el catedrático de Literatura de la Universitat Jaume I, Santiago Fortuño, coincidíamos en esto mismo. Hoy día la gente tan solo quiere publicar por el mero hecho de publicar, sin importarles el cómo. Eso, queridos míos, no es convertirse en un escritor ni mucho menos hacer literatura con un mínimo de calidad. Como en todo, uno debe educarse, formarse. 

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