La inagotable curiosidad por el mundo de Mark Strand (reseña literaria)

No sé hasta qué punto nos gusta husmear en la vida de los demás. ¿Cuál es la línea que delimita la profunda admiración del fisgoneo? Digo esto porque cuando idolatramos a un autor, ya sea un escritor o músico, un artista, queremos saber todo de él. Cómo escribió tal obra, dónde, cuándo, por qué motivo… Ansiamos desvelar cada misterio de su vida, nos puede el voyeurismo. En este sentido, Sobre nada y otros escritos (Turner) permite al lector conocer otras facetas de Mark Strand, su curiosidad inagotable por el mundo. Aquí se recogen varios textos a modo de ensayo, algunos de ellos inéditos, que ofrecen una mirada mucho más amplia del poeta, ya sea porque comparte sus cavilaciones sobre otros autores a los que admira, como Wordsworth o Elizabeth Bishop, Robert Lowell, W. H. Auden, Dylan Thomas…, o por el agudo análisis que realiza acerca de la poesía y los poetas confesionales, a los cuales no se adscribe, o su pasión por los clásicos de Virgilio y Homero.

En esta veintena larga de escritos, Strand demuestra asimismo su destreza a la hora de reflexionar sobre la presencia de la fotografía en la poesía contemporánea o la importancia del Parnaso como figura alegórica para una gran mayoría de los poetas estadounidenses, y no duda en flirtear con la crítica artística estudiando y comparando varias obras pertenecientes a la célebre Frick Collection, estableciendo una suerte de paralelismos entre la literatura y la pintura, entre el arte y la escritura. No obstante, el apartado que me ha resultado más brillante por su frescura e innovador planteamiento es el capítulo que dedica a la traducción. Sabemos que Mark Strand tradujo al inglés poemas de Rafael Alberti, y en ese texto que titula «Traducción» plantea diversas problemáticas a las que un traductor debe hacer frente ante el texto de origen, y lo hace de una forma ficcionada y con un humor que raya lo absurdo. Absolutamente genial.

Finalmente, y como todo escritor, Strand no escapa a los designios de su condición como autor, es decir, ¿para qué escribir? En una de sus disertaciones, leemos: «Los escritores escriben, en mi opinión, para descubrir lo que tienen que decir». A través de esta afirmación nos percatamos de que ese halo de misterio que rodea al mundo de la creatividad debe permanecer intacto para que la poesía y la literatura sigan vivas, ofreciéndonos una salida de lo mundano.

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