Huida, exploración y búsqueda de la identidad (reseña)


¿Existen realmente las segundas oportunidades? Y si existen, ¿nos merecemos gozar de esa segunda oportunidad en la vida? Estas son sólo algunas de las cuestiones que uno se plantea durante la lectura de Noche es el día (Acantilado), de Peter Stamm, una obra que engaña pues uno cree, al comenzar, que se trata de una historia sobre la descomposición física y moral de una mujer que lo tuvo todo y que lo perdió todo. No obstante, nada es lo que parece. No en esta historia.

Con su habitual maestría a la hora de contar historias aparentemente cotidianas, Stamm ofrece un relato potente en el que se reflexiona sobre la identidad, sobre esa búsqueda inexorable que muchos de nosotros llevamos a cabo para intentar comprender quiénes somos en realidad como seres independientes, ajenos a los preceptos que marca la sociedad en la que vivimos. Sorprende, por tanto, el modo en cómo plantea el autor suizo estas cuestiones. Para empezar esa investigación, se sirve de una presentadora de televisión de notable éxito que sufre un terrible accidente de automóvil en el que pierde a su marido y queda completamente desfigurada su cara, esa máscara que todos llevamos y que oculta, en ocasiones, mucho más de lo que pensamos.

Pasan los días y asistimos a la imposibilidad de la protagonista de sobrellevar el duelo, pues no termina de ser consciente de qué pasó. Asistimos, también, a ese proceso de reconocerse nuevamente en otra cara, otra máscara que le permite liberarse de algún modo de la persona que fue antes del accidente.  Operaciones, sentimiento de culpa, llantos que no terminan de producirse... Gillian, que así se llama la mujer que se encuentra perdida, desorientada en su propio ser, tiene que convencerse a sí misma de recomenzar una nueva vida, pero nunca es fácil escapar del pasado. ¿O sí?

La aparición de un artista con ínfulas, Hubert, provoca aquí un viraje notable en la narración. Stamm se sirve, por tanto, de dos voces en esta historia, dos perspectivas diferentes de un mundo que siempre nos tiene reservada alguna sorpresa o calamidad. En el caso de Hubert, su falta de inspiración será clave para que decida recluirse en un centro de artistas en mitad de la nada. Hubert huye, también, de su vida, como lo hace Gillian. Y fruto del azar o del destino, sus vidas se entrecruzan y juntos intentan, sin mucho éxito, crear un universo conjunto, una especie de reducto que les permita ser quienes quieren ser realmente, quienes necesitan ser realmente. Sin embargo, todo lo que sube, baja. Y en esta historia, todas las promesas se desvanecen paulatinamente, sumiendo al lector en la misma desgracia que los protagonistas, una desgracia que es, en realidad, una toma de conciencia. ¿De qué? De que la vida está marcada por las pérdidas y fracasos, y que difícilmente se puede ser feliz eternamente.

Peter Stamm es un autor que a la hora de describir las vidas de personajes en apariencia comunes, logra insuflarles una complejidad extraordinaria, creando una trama de la que es muy difícil que puedas escapar. 

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