La gestación de una colisión de terroríficas consecuencias (reseña)

Como ahora está tan de moda anunciar antes de iniciar un artículo o comentario si existe o no peligro real de hacer spoiler, les diré que en Canción dulce (Cabaret Voltaire), la novela de Leila Slimani, poco importa, puesto que en las primeras páginas su autora ya nos desvela el desenlace final de la trama: el asesinato de dos niños por parte de su niñera. 

Una vez aclarado esto, prosigo. Poco importa saber el hecho en sí, esa acción tan execrable y aterradora, ya que lo que verdaderamente importa, lo que Slimani quiere contarnos página a página, con un tempo más bien ralentizado, es el por qué, no el qué ni el cuándo, el por qué de la atrocidad. 

Una familia de clase media-alta, modélica, contrata a una niñera para que la madre de los niños pueda volver a ejercer la abogacía. Esa niñera, de apariencia frágil, pronto se convertirá en una especie de hada madrina que todo lo soluciona para que el matrimonio recupere esa chispa perdida por las noches en vela cuidando de los pequeños y la rutina. Esa niñera es la clave para volver a ser una pareja joven, enérgica. Esa niñera poco a poco querrá formar parte de esa familia, querrá mayor protagonismo e implantará sus propias leyes. Esa niñera sucumbirá a los celos y finalmente será presa de una especie de enajenación. Esa niñera asesinará a sangre fría a dos niños que fueron «sus» niños. El lector lo sabrá poco a poco, y la juzgará por ello, pero comprenderá parte de su sinrazón, incluso en alguna ocasión sentirá lástima por ella. 

Canción dulce, merecedora del prestigioso Premio Goncourt el pasado año, es una novela incómoda (en el buen sentido), porque a pesar de saber de antemano su conclusión, el lector se mantiene en vilo. ¿Qué razones llevarían a la perfecta nanny a cometer tal delito? Para ofrecer la ansiada respuesta, la autora franco-marroquí analiza a todos y cada uno de los personajes que protagonizan esta historia como si se tratara casi de perfiles psicológicos, es decir, una estimación acerca de las características biográficas y del estilo de vida de todos ellos, hasta de los dos pequeños infantes, las dos víctimas.

Ese ejercicio de «criminología psicosocial» le sirve a Slimani para desempolvar, o mejor dicho poner sobre la mesa, algunas de las problemáticas aun hoy existentes sobre la condición socioeconómica de las personas en un mundo globalizado y cada vez más agresivo, injusto y terriblemente cruel con los más débiles. Slimani versa sobre la diferencia de clases, sobre la migración, sobre el papel de la mujer en un entorno que sigue siendo machista... Todo ello en una historia (con final atroz, recuerden) que transcurre poco a poco y parece anodina, pero que uno intuye, o va intuyendo, que es un iceberg, y que la colisión está próxima y el dolor será insoportable.

Es este un libro que en ocasiones provoca angustia, que plantea dudas y que narra un terror que no es tan lejano o extraño como pensamos. 

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