La necesidad de ralentizar nuestra vida y, así, disfrutar (reseña)

El ser humano no ha dejado de pelearse, consigo mismo, con sus semejantes, con la naturaleza... Ha malgastado energías, derramado sangre, cobrado vidas. Y todo ello para perder, siempre, la batalla contra el tiempo. No se puede vencer al tiempo.

Una de nuestras grandes obsesiones, que tanto la literatura, como el arte, o la filosofía han plasmado a lo largo de la historia, tiene que ver con la vejez y la finitud de la vida, con desaparecer sin dejar huella en un mundo que no acabamos de entender, no en su totalidad. Son tantas las incógnitas, tantos los anhelos y deseos por cumplir, que una vida nos parece poca cosa. Asimismo, aunque no queramos reconocerlo, ansiamos, de un modo irracional la inmortalidad, quizá no física pero sí emocional. Queremos que nos recuerden, dejar nuestra impronta, que la historia recoja nuestra existencia, nuestro paso inseguro pero firme.

El tiempo, el maldito tiempo, como muchos han proclamado, sigue siendo un misterio, una razón de ser, un modo de enfrentarse a la vida misma. El libro de Andrea Köhler El tiempo regalado. Un ensayo sobre la espera (Libros del Asteroide), es una invitación a la reflexión, a pensar sobre la necesidad de vivir de un modo pausado para apreciar mejor aquellas pequeñas cosas que ofrecen un verdadero sentido a nuestra existencia. Vivimos en una época en la que todo es y debe ser inmediato, en la que todo resulta efímero, en la que el sentido de pertenencia a un lugar no importa. Vivimos en una época que olvida demasiado fácilmente, que nos impone un ritmo de vida fugaz. Es por ello que ahora, más que nunca, resulta necesaria una pequeña pausa que nos permita enfrentarnos a un entendimiento que nos conduzca a un crecimiento personal y colectivo. 

Köhler, de forma muy acertada en mi modesta opinión, nos anima —como ya señaló Séneca— «a emplear el tiempo de manera significativa y, a poder ser, gratificante», y para ello es imprescindible saber esperar como resistencia ante las imposiciones de un mundo que diseñan otros y a las que debemos hacer frente para ejercer nuestra libertad. Como afirma la periodista y escritora alemana, «reventar todos los continuos del desarrollo e interrumpir el flujo del tiempo es una de las señas de identidad de la modernidad. Vivimos en un modo encendido-apagado que ha eliminado en gran medida los elementos más importantes de los ritmos naturales»; unos ritmos que afectan a nuestra percepción del mundo, a nuestros sentimientos y sensaciones, y que debemos estabilizar por nuestro bien común.

Hoy más que nunca, volver a un ritmo mucho más pausado nos ofrece la posibilidad de recuperar la esencia de lo que somos, dejando a un lado la insatisfacción de vivir una vida cuya velocidad provoca resentimiento y miedo. En este sentido, este breve pero muy acertado ensayo de Andrea Köhler es un alivio, un pequeño y necesario paréntesis que todos merecemos sentir. 

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