Las vivencias de Walter Benjamin en Ibiza (reseña)

La extraordinaria artista Rossana Zaera cree que existen ciertos hilos invisibles que unen a las personas, o a las almas de ciertas personas. Si esto fuera cierto, cosa que me inclino a pensar, existe un hilo invisible que me une al escritor ibicenco Vicente Valero y, por extensión, al pensador alemán Walter Benjamin. ¿Cómo es eso posible? 

Debo agradecer a Mònica Bernat y Celia Puchol, fantásticas libreras y amigas, por ofrecerme la oportunidad de presentar a Valero en la librería Noviembre de Benicàssim. El libro del que hablamos fue El arte de la fuga (Periférica), novedad aquel entonces, y tras la charla, seguimos conversando. No sé muy bien cómo, la figura de Benjamin planeaba sobre nosotros. Valero explicó, al pequeño círculo que tras la presentación permaneció con él, que estaba preparando una edición ampliada de su libro Experiencia y pobreza. Walter Benjamin en Ibiza, un libro cuya lectura he disfrutado enormemente porque da respuesta a muchas de las preguntas que, durante años, lectores y estudiosos del pensador berlinés se han venido haciendo sobre un periodo de su vida que, como sabemos ahora, cobró especial relevancia en su vida y obra.

La editorial cacereña Periférica ha sido la encargada de reeditar esta obra en la que Valero traza un mapa histórico y geográfico de la isla balear, así como un perfil psicológico muy humano del escritor y filósofo. Hay, en estas páginas, horas y horas de investigación y estudio, de absoluta dedicación y pasión por un hombre que Frédéric Pajak —otro «estudioso» de la obra de Benjamin— ha llegado a definir como un «soñador abismado en el paisaje».

Vicente Valero analiza los dos períodos entre 1932 y 1933 en los que Benjamin vivió en la isla de Ibiza. Períodos decisivos que podemos conocer a través de ese relato biográfico y metódico que ofrece el autor ibicenco, quien es capaz de reconstruir esos momentos esenciales mediante la correspondencia que mantuvo Benjamin con diversas amistades, entre las que destaca la figura de Gershom Scholem. Fue, precisamente, Scholem quien habla de la relación de Benjamin con Felix Noeggerath y cómo éste le «descubrió» la isla de Ibiza. Noeggerath, junto a su familia, se convertirá en esos años en algunas de las amistades que mantendría el filósofo y que Valero examina para recrear esa época dorada aunque olvidada en la vida y obra de Benjamin, quien, como bien aseguran, «dejó escritos algunos de sus textos más lúcidos y apuntó motivos y situaciones que se convertirían pocos años después en temas prioritarios de su reflexión». 

Articulada por capítulos que inciden en las relaciones de Benjamin con otros personajes de la isla (Walther Spelbink, Jean Selz, Felix Noeggerath, Verspohl, Jokish, Paul Gaguin, su infructuosa relación amorosa con Toet ten Cate...), esta obra nos permite comprender mejor a un pensador único, un apátrida, un intelectual que sufrió porque siempre anheló sentirse amado. 

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