Nostálgico y bello caminar por Budapest (reseña)

Siempre me ha suscitado gran interés la figura del flâneur, ese «paseante» que vaga por las calles sin un rumbo fijo y que, gracias a ese caminar errante, ve lo que otros no alcanzan a ver. En cierto modo, el flâneur se permite deambular libremente, sin ataduras (de tiempo y espacio); y es en esa marcha, cuando descubre rasgos de una ciudad que creía conocer pero que se le antoja irreconocible por la sorpresa.

Muchas han sido las novelas, los libros, que han tratado la flânerie. Muchos han sido los autores que han trazado un mapa personal de grandes urbes donde perderse no puede llegar a ser nunca un descuido, sino una oportunidad. Obviamente, hemos de destacar a los Baudelaire, Aragon, Fargue, Benjamin, Hessel... Todos ellos crearon una especie de mística del paseante, ese observador atento y minucioso que siempre nos deleita con esos detalles que describe, ese inventario de recuerdos y curiosos pasajes misteriosos. A ese listado podríamos incluir también a un autor que supo hacer, en palabras de John Lukacs,  «una descripción sensible y profunda de la mente magiar». Me refiero al húngaro Antal Szerb, considerado como una de las personalidades más importantes de la literatura húngara del siglo XX, cuya riqueza sigue sorprendiendo a miles de lectores.

Libros de Trapisonda (extraordinaria rara avis) es la encargada de ofrecernos su Budapest. Guía para marcianos, un libro breve que publicó en 1935 con viñetas de su amigo Sándor Kolozsváry y que ahora se presenta por primera vez en castellano con ilustraciones de Juanjo G. Oller; ilustraciones que hacen de este libro una exquisitez. Si menciono ese aspecto estético es porque tiene su grado de importancia, más cuando sabemos que Szerb y Kolozsváry murieron apaleados por sus carceleros en el mismo campo de concentración diez años más tarde, en 1945. Así pues, este libro es un libro significativo, un libro que une el arte y la letra, unión inquebrantable que ha sobrevivido a la crudeza y el horror de un mundo que Szerb supo intuir a través de sus obras.

En su singularísima guía de Budapest, sin embargo, nos encontramos con un canto a esa ciudad que amó, un amor repleto de ternura. Con suma originalidad, pues el narrador dirige sus recomendaciones a un posible extraterrestre, invitándolo a recorrer esas calles y barrios que otrora fueron escenarios de las vidas de familias ilustres y otras más sencillas. Szerb describe palacios, puentes, tabernas bulliciosas, callejuelas... Y lo hace con la nostalgia de quien sabe apreciar que en los pequeños detalles está la verdad de la vida.

Es este un libro hermoso, tanto por su continente como por su contenido; una oportunidad maravillosa para descubrir a un autor que rinde su particular homenaje a esa ciudad bañada por el Danubio, esa ciudad eterna repleta de anhelos y esperanzas. Extraordinaria, rara y tierna obra que merece ser leída y que incita a conocer más a un autor como Szerb. 

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