El texto que Hawthorne y Melville nunca escribieron (reseña)

Acabar lo que otro empezó. O mejor, atreverse a crear lo que otro ideó o simplemente pensó. Eso quiso Herman Melville que hiciera Nathaniel Hawthorne cuando escuchó la historia de un náufrago, una mujer llamada Agatha que lo rescató y cuidó, que se enamoró de él y que finalmente fue abandonada por él estando embarazada. Una historia rocambolesca, un auténtico drama que conmocionó a Melville de tal manera que, sabedor de su potencial, decidió compartir con el autor de La letra escarlata para ver si este sería capaz de armar una narración a la altura de los hechos. 

El propio Melville llegó a confesar abiertamente, en una de sus cartas a Hawthorne, que nadie mejor que él para escribir esa novela. Sin embargo, Hawthorne rehusó con un tajante: «No, gracias». Fue entonces cuando el creador de Moby Dick se animó a escribir él mismo esa historia, y según parece lo hizo. La tituló La isla de la cruz. Por desgracia, ese manuscrito se extravió, aumentando el listado de joyas perdidas.

Mucho se ha teorizado sobre el destino de ese texto ahora convertido en leyenda. Tanto es así que un sello como La uÑa RoTa, siempre abiertos a experimentar, decidieron llevar a cabo un proyecto en el que esa historia cobrara vida a través de la voz narrativa de dos autores como Sara Mesa y Pablo Martín Sánchez, que no dudaron en aceptar el reto de sumergirse de pleno en la técnica y pulsión propia del siglo XIX para crear dos pequeñas nouvelles o relatos que parten de esa primera historia. Así, Agatha comprende dos versiones libres inspiradas en ese suceso. Mesa firma el cuento «Un reloj y tres chales», para mí mucho más potente porque traza la historia a partir de la futura hija del náufrago, lo cual supone un cambio total de perspectiva y con el que consigue armar un relato en el que la redención juega un papel muy importante, así como el amor por un padre ausente. Por su parte, Martín Sánchez ofrece en «La historia de Agatha» un relato más típico de búsqueda y casualidad, un relato en primera en el que él mismo es protagonista y en el que cuenta su viaje a Liverpool para visitar aquellos lugares que Melville visitó un siglo y medio antes. Durante ese viaje, se encuentra con un misterioso personaje que le llevará a leer el manuscrito perdido de La isla de la cruz.

Ambas tramas comparten algunos rasgos, puesto que ambos autores se han servido de la información que sí se conoce sobre ese caso real que Melville conoció a través de un abogado con quien conversó durante un trayecto en barco por las islas de Nantucket, pero ambas tramas son totalmente diferentes en cuanto a estilo y ambición literaria. Sara Mesa logra crear una historia tan potente que es difícil desentenderse de lo que te está contando. Tal es su gracia, su valía. En definitiva, un libro asombroso por su propuesta. Un libro digno de elogio.  

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