La crítica amable de Tom Gauld hacia la literatura (reseña)

Aseguran la risa es saludable. Es más, aseguran que ha demostrado científicamente que el córtex cerebral libera impulsos eléctricos un segundo después de comenzar a reír, expulsando de nuestro organismo la energía negativa. Dicho esto, creo que expulsé una ingente cantidad de energía negativa cuando tuve ocasión de sumergirme en esas viñetas minimalistas que Tom Gauld recopila en En la cocina con Kafka (Salamandra Graphic).

Amante de los libros confeso, esta antología reúne los dibujos que el dibujante escocés ha publicado a lo largo de doce años en el prestigioso diario británico The Guardian, entre otras publicaciones. En todas y cada una de ellas, Gauld bromea sobre el vasto, rico y también, a veces, excéntrico universo de la literatura, hasta permitirse el lujo de burlarse sutilmente de algunos autores clásicos o sobre la industria editorial. 

Algunos han definido su humor como conceptual, aunque yo preferiría asegurar que lo suyo es jugar con el absurdo, haciendo que Jane Austen sea protagonista de un videojuego o, simplemente, imaginando cómo se siente un libro adaptado. A priori, son chistes fáciles, pequeñas bromas. Pero en todas y cada una de ellas existe un ejercicio mucho más complejo que le sirve para romper con los tópicos, modificarlos a su antojo, e incluso, por qué no, crear nuevas posibilidades. 

Gauld asombra —al menos a mí me asombra— con esa facilidad por arrancar(me) la carcajada en algunas de esas situaciones que se fijan en eternos clichés, como los hábitos de lectura o el elitismo que rodea el mundo literario. No es de extrañar, por tanto, que él mismo considere que lo suyo es la «crítica amable». Lo es, y de una pericia que está a la altura de algunos de mis ídolos particulares en esto del humor gráfico. En este sentido, no hay que confundir su crítica con un ataque a esa industria y a esa clase intelectual. Ni mucho menos. Más bien diría que Gauld pretende hacer ver lo necesario que es reírse de uno mismo y lo necesario que es hacer, de tanto en tanto, una pequeña autocrítica para poner en valor algo tan imprescindible para el enriquecimiento personal del ser humano como la literatura, la cultura.

En la cocina con Kafka se suceden infinidad de personajes literarios históricos, libros emblemáticos, autores universales... Todo ello para revelarnos importancia de esa cultura que muchos están empecinados en destruir. Ironía sutil, un juego de descontextualizaciones, una deshumanización de los canones literarios, humor inteligente. Tom Gauld nos brinda la posibilidad de disfrutar de un rato placentero gracias a esa risa que surge de forma espontánea, natural, y que contagia a todos aquellos que estén a nuestro alrededor, pues es imposible no compartir la gracia de este autor y dibujante que ha demostrado poseer una ocurrencia extraordinaria. Humor inclusivo, más libertad creativa absoluta, da como resultado una obra, para mí, exquisita. 

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