Reencuentros, recuerdos y fracturas que deben sanar (reseña)

Un fin de semana marcado por una ausencia. Un fin de semana de silencios incómodos, de nostalgia y pesar, de recuerdos dolorosos. Un fin de semana de reconstrucción espiritual y súplica, y también de redención. Un fin de semana, no obstante, repleto de vida, bañado por esa luz veraniega que libera el alma y que envuelve todo en un halo de esperanza y resurrección.

Peter Cameron nos ofrece en Un fin de semana (Libros del Asteroide) una de esas historias cotidianas, aparentemente sencillas, pero de una gran carga emocional; y lo hace a través del reencuentro de unos amigos en una de aquellas casas de campo, casi de ensueño, al norte del estado de Nueva York. Todo parece, o debiera parecer bucólico en este relato que habla sobre la amistad y el amor, si bien la muerte está muy presente, quizá demasiado presente en las vidas de Lyle, Marian y John, en el que sería el primer aniversario de la muerte de Tony (hermanastro de John, cuñado de Marian, pareja de Lyle). A lo largo de ese primer año de ausencia, los tres intentan llorar su pérdida como pueden, cada uno a su manera, si bien su recuerdo permanece inalterable, como bien recrea Cameron a lo largo de esta novela elegante que encierra una gran complejidad en sí misma por esa carga emocional que le confieren cada uno de los pensamientos y recriminaciones de sus protagonistas, las evocaciones a esas vidas pasadas que quizá no fueran perfectas, pero en las que Tony aún existía.

El escritor norteamericano versa también sobre los convencionalismos sociales, como el tiempo que uno ha de guardar luto por un ser querido que ya no está. ¿Cuándo es el momento ideal para recomponer una vida? ¿Recomponerla supone una traición hacia aquel que ya no está, hacia sus familiares? ¿Qué derecho tiene el mundo a juzgarnos en ese sentido? Asimismo, Cameron habla sobre una enfermedad que sigue siendo atroz hoy día, como el sida, causa del fallecimiento de Tony, sobre la homosexualidad, sobre las tensas relaciones familiares y la falta de comunicación, sobre la soledad y la búsqueda del amor, sobre el hecho de sentirse conectado a alguien, unido a alguien.

 A lo largo de ese fin de semana emotivo y de remembranza, Cameron traza un relato conmovedor sobre unas personas que muestran sus inseguridades, una historia de introspección en la que cada uno de sus personajes necesita ser franco, los unos con los otros. Diálogos inteligentes, perfectamente hilados de un modo natural, todo fluye en esta novela que nos invita a explorar una parte esencial de la condición humana, como es la ternura e intimidad que se origina en una relación, sea ésta de amistad, familiar o amorosa. A pesar de lo ambigua y contradictoria que pueda ser la vida, siempre hay lugar para creer que, en compañía de aquellos a los que amamos, todas aquellas fracturas pueden llegar a sanarse. En cierto sentido, siempre existe una grieta que deja pasar la luz, que nos ilumina y nos permite avanzar.

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