La búsqueda de una verdad o un sentido para poder vivir (reseña)

Todos y cada uno de nosotros, sin excepción, nos hemos cuestionado alguna vez el sentido de la vida, de nuestra existencia. Son infinitas las preguntas que uno puede hacerse al respecto, y pocas, muy pocas, casi ínfimas, las respuestas que le satisfagan. En realidad, seguimos sin saber qué hacemos aquí, y por qué hacemos lo que hacemos. Todo cuanto rodea la vida humana es, a pesar de los conocimientos adquiridos a lo largo de los años, un auténtico misterio, una incógnita. Para los llamados «personajes ilustres», también. Esos cuestionamientos y dudas son inherentes a todo ser humano. Es así, y debemos aceptarlo, mal que nos pese.

Lev Tolstói llegó a reconocer: «La verdad es que la vida reside en un sinsentido». El escritor ruso, autor universal, maestro de maestros, sufrió una profunda crisis existencial que le llevó a abandonar su modo de vida acaudalado para convertirse en una especie de eremita. ¿Qué le llevó a protagonizar ese cambio radical? A esta misma pregunta nos responde él mismo en los textos que Stefan Zweig recopiló en una especie de antología que ahora tenemos oportunidad de leer gracias a la editorial madrileña errata naturae.

En La revolución interior, nos encontramos con una serie de escritos muy poco conocidos del autor de obras cumbre de la literatura como Guerra y Paz o Anna Karénina, además de un cuento inédito, en los que asistimos a la conmoción que sufrió Tolstói y que le impulsó a consagrarse por completo a la fe cristiana. Esa fue la solución que Tolstói encontró para seguir viviendo en un mundo que le contrariaba. «Yo había vivido, trabajado, caminado hacia adelante, acercándome a un abismo... y ante mí no había nada, excepto la ruina», llega a confesar el escritor ruso, quien siente que no puede vivir al margen de las injusticias que se acometen en nombre de una ley corrupta.

Resulta fascinante comprobar cómo esa incertidumbre, esa rabia contenida ante la inmoralidad, ese anhelo de hallar una verdad inalienable, permanecen intactos hoy día para la gran mayoría de nosotros. En este sentido, para Zweig, nadie como Tolstói para encontrar esa pequeña brecha por la cual encontrar la luz que convierta la oscuridad en sabiduría y certezas. Es más, según el autor austríaco, nadie ha influido más en el devenir del siglo XX, pues esa revolución interior que promulga sirvió para inspirar dos revoluciones que cambiaron el rumbo de la historia más reciente: la Revolución Rusa y el movimiento pacifista de Gandhi.

Los textos aquí recopilados, más el magnífico prólogo de Iván de los Ríos y el ensayo introductorio y epílogo de Stefan Zweig, nos permiten conocer, en definitiva, a un Tolstói concienciado ante el horror de cualquier totalitarismo; de hecho, Tolstói atacó al Estado, condenó su mala praxis, y predicó la defensa de una conciencia moral a través de la religión, de la palabra de Dios —no de la Iglesia—. Con ello, halló una verdad que le permitió superar momentos de verdadera dificultad y seguir viviendo acorde a un credo o razón que finalmente le concedió la libertad que ansiamos todos. 

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