Sharon Olds, una poeta radical más que necesaria (reseña)

Las sombras de la intolerancia se ciernen nuevamente sobre una sociedad que parece sufrir una involución preocupante, cuando menos. En la actualidad, vivimos una época en la que contamos con una serie de libertades que jamás podríamos haber imaginado años ha, y sin embargo, en lugar de seguir construyendo un presente y un futuro acorde a esos principios de respeto y libertad, ciertos sectores insisten en invocar una y otra vez a los fantasmas de un pasado que coartaba nuestras voluntades porque sí. A mí, perdónenme, pero no lo entiendo. No entiendo cómo es posible que en el siglo XXI se dude todavía de la necesidad de una igualdad real, de una liberación necesaria para el ser humano. Tampoco comprendo que existan prejuicios y tabús en torno al modo de comportarse, de no comportarse, de ser y estar, de las mujeres. Aquellos que se indignan ante el ejercicio de independencia y autonomía de una mujer, son cortos de miras, por no decir directamente estúpidos. Es mi opinión.

¿Por qué una mujer no puede escribir sobre su sexualidad? ¿Por qué no compartir su intimidad, si así lo desea? ¿Por qué nos irrita o molesta que lo hagan, arguyendo que es indecoroso, de mal gusto? Estas son preguntas que no deberían responderse en esta era, no, al menos, como algo sistemático en el momento de analizar la obra de una autora. En este sentido, la poeta norteamericana Sharon Olds ha sabido «incomodar» a más de un conservador inflexible, rectilíneo, y lo ha hecho con una radicalidad no exenta de belleza. Tiene un don, un auténtico don para transmitir emociones contradictorias a través de unos poemas que hablan de hechos cotidianos, cercanos. Quizá sea ese retrato de lo que nos es afín o próximo lo que pueda contrariar a muchos, pero ese retrato de la realidad de la mujer, de cualquier mujer, tan directo, sin aspavientos, es lo que le ha caracterizado siempre. 

En El salto del ciervo (Ediciones Igitur), poemario por el que recibió en 2013 el Premio Pulitzer, Olds habla a través de cada uno de sus poemas del dolor que siente una esposa al ser abandonada por su marido. No es un tema común en poesía, para nada, pero ahí radica parte de su gracia, evitando caer en cualquier sentimentalismo, mostrándose nada complaciente en esa crónica de las secuelas que deja en una mujer un divorcio inesperado. Olds aprovecha y versa sobre la sexualidad, sobre las inseguridades y los anhelos, sobre la incertidumbre latente en toda relación personal, sobre los problemas de pareja... 

Su poesía tiene una dimensión que es «decididamente política», como bien señaló Eduardo Lago, y lo es en cuanto a que toma partido por revelar la situación real de la mayoría de las mujeres, queriendo darle la vuelta por completo, no aceptando el papel de víctima para ellas. En este sentido, este poemario es de una valentía inusual y logra conectar con lectores que, como un servidor, no acostumbran a leer poesía. Sharon Olds te arrastra, te conmueve, te revela. Una poesía directa y elemental, profunda y elocuente, necesaria más que nunca. 

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