Turbador retrato sobre la sociedad hiperconectada (reseña)

Gracias a Art Spiegelman o Alan Moore hablamos de novela gráfica en lugar de cómic. Ellos fueron, en cierto modo, pioneros en el arte de contar historias que serían más propias de la narrativa, a través de viñetas, ofreciendo piezas que a día de hoy todos consideramos obras maestras: Maus, From Hell, Watchmen... En ambos autores encontramos un afán por huir de lo meramente convencional, coqueteando con aquellas estructuras más vanguardistas y hablando sin tapujos de acciones o hechos tan abominables como el Holocausto. Existen inquietudes propias del postmodernismo, profundas reflexiones en torno al poder y el sistema, críticas sobre la banalidad y apatía reinantes en un mundo que ha perdido el rumbo y que está plagado de dudas.

Maus se convirtió en la primera novela gráfica en ganar un Pulitzer y con ello dio paso a una nueva corriente, mucho más autobiográfica y personal de lo que conocemos como cómic. Esa vertiente se ha ido expandiendo a lo largo de las tres últimas décadas, ofreciéndonos la posibilidad de disfrutar con otras historias y autores que han sabido ver las posibilidades de la viñeta y el dibujo para expresar sus emociones, para plantear cuestiones que tienen mucho que ver con la justicia moral, con la identidad, con los problemas sociales, la cotidianidad...

Si Maus ganó el Pulitzer, Sabrina (Salamandra Graphic), de Nick Drnaso, ha sido la primera novela gráfica en ser nominada a los prestigiosos premios Man Booker, lo cual da buena muestra de la calidad que encierran muchas de estas historias «dibujadas». Ciertamente, la obra de Drnaso resulta abrumadora, inquietante, en ocasiones demasiado angustiosa, pero increíblemente sorprendente por cómo transcurre la acción y por las temáticas que plantea sobre el papel. Dicho esto, ¿con qué se encuentra el lector? En primer lugar, con una serie de escenas anodinas, banales, de la vida de Sabrina, un personaje que es protagonista de toda esta historia sin serlo en realidad, pues al avanzar la lectura pasa a estar en un segundo plano, aunque su sombra se cierne de forma constante sobre el resto de actores de esta obra, insisto, turbadora.

Sabrina es asesinada, y lo es de un modo brutal, siendo presa de un desalmado que, por si fuera poco, decide grabar el asesinato. Acción grotesca, sin duda condenable, que nos hace reflexionar sobre el grado de maldad que puede infligir un ser humano a otro. Pero la violencia no termina ahí, ya que existe en este relato otra demostración de violencia que tiene mucho que ver con las acusaciones gratuitas, con el tormento de sufrir una pérdida de un modo tan dramático, del espectáculo zafio que podemos llegar a hacer de todo ello, de la inseguridad, de los peligros de las redes sociales, de la barbarie que supone la desinformación o la información mal utilizada... Nick Drnaso nos dice que somos seres indefensos, inestables, con múltiples taras que nos conducen hacia un cierto tipo de locura que es carne de cañón para todos aquellos que ven en la debilidad de los demás, su fuerza. Un libro que impacta. 

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