Cuando la semilla del mal se encuentra en los más jóvenes (reseña)

Cada vez que leo una obra o artículo sobre el periodo de entreguerras en Alemania, algo se remueve en mi interior, algo me golpea, me provoca una cierta desazón, me asusta y me impresiona al mismo tiempo. Esa turbación se debe a lo inevitable que todos conocemos, esa sinrazón provocada por el nazismo, el terror de la muerte en masa, el odio irracional y visceral, el miedo latente. Desde la distancia, geográfica y temporal, siento una profunda conmoción siempre que abordo esta época. Quizá esa sensación se deba a mi desconocimiento o más bien a mi pensamiento, contrario a todo acto y demostración de la violencia. No logro entender cómo fue posible que el ser humano provocara —y siga provocando— tanto dolor, y además de una forma premeditada, con acciones perfectamente estudiadas para controlar y anular, para dominar en definitiva. Asusta, asusta muchísimo ser testigo de tales atrocidades.

En Juventud sin Dios (Nórdica), Ödön von Horváth se sirve de la figura de un profesor de escuela para exponer sutilmente ese estado autoritario, fundamentado en el racismo científico y la eugenesia en su credo, y también, como muy bien sabemos, en el ferviente antisemitismo. Como digo, la agudeza del autor  austríaco de origen húngaro es sorprendente, pues narra todo ello a través del comportamiento de sus pupilos y de los padres de éstos.

El detonante de esta historia reside en la defensa que el protagonista realiza en clase sobre la condición humana de los negros, contradiciendo a uno de sus alumnos que afirmaba que son «infrahumanos». A partir de aquí, nuestro particular héroe caerá en desgracia, siendo objeto de rencores y amenazas por parte de algunos padres y madres que personifican aquellos valores patrióticos que Hitler y compañía se encargaron de inculcar a través de las diversas campañas en los medios de comunicación del país alemán. 

También hay cabida en esta historia para una profunda reflexión en torno a la moral, la búsqueda de la redención y el perdón, además de un análisis sobre el comportamiento humano que Hobbes popularizó, inspirado por Plauto, sobre el egoísmo y la capacidad de hacer el mal que tiene el ser humano —«El hombre es un lobo para el hombre»—, en contraposición con la defensa de la bondad que hiciera Rousseau —«El hombre es bueno por naturaleza»—. Existe la semilla del mal en los alumnos de este profesor de Historia y Geografía, como quedará patente en el campo paramilitar al que deben acudir para su formación básica y obligatoria. Será allí donde tenga lugar un terrible crimen y nuestro profesor, pese a sus miedos y dudas, hallará la fuerza para buscar la verdad, aunque ello signifique su final.

Dicen que Ödön von Horváth está considerado uno de los escritores en lengua alemana con una visión más lúcida de los acontecimientos políticos y sociales que llevaron a la sociedad alemana a la Segunda Guerra Mundial. Yo, tras la lectura de Juventud sin Dios, confirmo que así es. Lectura admirable, profunda y dura, una encarnizada lucha moral. 

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