Contar la historia familiar desde lo oculto, en voz baja (reseña)

Mi primer acercamiento a la escritura de Alejandra Costamagna se produjo en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Fue en la edición de 2013, durante su participación en una de las mesas de cuentistas que organizó la FIL. Recuerdo que leyó alguno de sus relatos y que conecté con ese mundo íntimo que en ellos  retrataba. Quise ahondar más, conocer mejor su literatura y tiempo más tarde, de forma un tanto curiosa, pude satisfacer ese deseo gracias a un librito aparecido en la colección «Destinos Cruzados» del pequeño sello Brutas Editoras. Se trata de Bogotana[mente], en el que la chilena compartía protagonismo con el venezolano —aunque «castellonense»— Slavko Zupcic. En esta obra, ambos autores escribían sobre Bogotá, cada uno desde su punto de vista y con su particular forma de entender la literatura. 

Tras mi lectura del relato de Costamagna comprobé, una vez más, que su mundo, o su forma de ver el mundo, me atraía, y mucho. Asimismo, me percaté de su interés, o más bien su amor, por el lenguaje, por las palabras —por sus significados, su fonética, su uso—, algo que observo está también muy presente en su novela El sistema del tacto (Anagrama), obra finalista del último premio Herralde.

Dice la propia Costamagna que esta novela parte de la historia de un personaje que se resistía a ser contada. He ahí un reto que asumió y que poco a poco cobró vida, se fue complicando y, finalmente, resolvió de un modo sobresaliente. La dificultad a la que tuvo que hacer frente no es otra que la de enfrentarse a una cuestión autobiográfica. No es fácil hablar de uno mismo o de su familia, desnudarse ante el lector para compartir su experiencia, su intimidad, sin caer en el relato edulcorado o carente de interés narrativo.  En este sentido, en este libro lo importante es cómo se narra esta historia, más que la historia. Incluso me atrevería a decir que es mucho más atrayente lo que no se dice o se obvia, lo que se silencia —el manejo de la elipsis es llamativo—. Pero, ¿qué nos cuenta Costamagna en El sistema del tacto?

A través de Ania Coletti, una chilena que viaja al pueblo de origen de sus padres en Argentina, Costamagna teje un relato donde todos los personajes, de un modo u otro, han experimentado el desarraigo, donde se reflexiona sobre la identidad, y donde se cuestiona acerca de la pérdida, del recuerdo, del pasado. Como digo, esta especie de puzzle o rompecabezas emocional, creado a partir de una combinación de escenas casi estáticas, versa sobre el desplazamiento, la migración de distintas generaciones de una misma familia, sobre la infancia. Esa fragmentariedad y ese modo de narrar desde lo oculto, desde el secreto y casi en voz baja, es lo que hace de esta novela una novela enigmática —sobre todo con la figura o el personaje de la tía abuela de la protagonista, Nélida, cuya presencial es casi fantasmal—. Costamagna ofrece una serie de huellas, restos o cicatrices, que combina, además, con su pasión por las palabras —mecanografiada, inventada, dicha— y con fotografías que refuerzan aún más si cabe su mensaje. Excelente novela.  

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