La tierra asilvestrada de Mario Rigoni Stern (reseña)

«Finalmente llegó al pie del monte, veía ya su casa: solo tenía que atravesar los pastizales, el prado y el huerto. Pero muchas veces el camino no se mide por kilómetros u horas, sino por el sufrimiento». Esta es una de tantas imágenes que Mario Rigoni Stern comparte con el lector a través de unos relatos pausados en los que la naturaleza, su ritmo y su belleza intrínseca, es principal protagonista. 

El bosque de los urogallos (Volcano), que así es como se titula este conjunto de historias, es al mismo tiempo un canto a la tierra y un reencuentro del propio Stern: consigo mismo y con un pasado donde el tiempo no se mide ni inquieta el alma —al menos, no más de lo necesario—. Es, también, una biografía enmascarada, en la que el autor italiano rememora sus vivencias como soldado, a través de unos personajes que han soportado el dolor y la incongruencia de una guerra. En este sentido, tal y como apunta el escritor Paolo Cognetti, autor del prólogo de este volumen, «a su peculiar manera, el libro forma parte de una literatura del regreso del soldado». 

Haciendo uso de un lenguaje sencillo, Mario Rigoni Stern nos invita a que le acompañemos en sus paseos por las tierras altas de la península itálica, a practicar la caza, a entender y valorar la armonía de lo natural. Existe lirismo en esas estampas que recrea de un modo costumbrista, poniendo en valor la vida cotidiana, el campo y sus gentes. Cognetti menciona la posibilidad de que el presente libro, publicado en 1962, sea el primer ejemplo de nature writing en italiano al poner énfasis en la historia natural. Ciertamente, en estos relatos, a través de ellos, el bosque –como Stern prefería denominar a la «naturaleza»—traspasa los límites de lo tangible hasta el punto de sentir un vínculo casi espiritual con la propia tierra y con su condición, primigenia, de silvestre.

No existen grandes epopeyas en estos relatos; al menos, epopeyas en el sentido homérico. Sin embargo, la heroicidad o la acción pasa por vivir la vida en base a un ideal de respeto y convivencia, de preservación de unas costumbres que se rigen por el conocimiento del entorno. Aquí se habla de patria, pero de una patria arraigada al paisaje, que no entiende de bandos políticos ni de conflictos, más allá de la mera supervivencia. Así, cada historia de las que encontramos en este conjunto magníficamente traducido por Regina López Muñoz, es una especie de burbuja que intenta proteger al ser humano de sí mismo, de su acción e inacción.

Los pequeños sucesos cotidianos son, por tanto, el marco de un cuadro en el que se esboza primero, y después de pinta con suma delicadeza, la fragilidad del individuo como tal ante la magnanimidad de ese bosque salvaje que, pese a nuestros engreídos esfuerzos, siempre tiene las de ganar, pues es ese bosque, esa naturaleza, el que determina quiénes somos en realidad: seres que forman parte de un ciclo complejo y extraordinario llamado vida.

Sosegado, reflexivo y poético, este conjunto de relatos de Mario Rigoni Stern nos reconcilian con un modo de entender la existencia sencilla y espontánea. 

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