Un dramático y excesivo amor, puro e impuro (reseña)

¿Existe un amor puro siendo impuro al mismo tiempo, un sentimiento de amor profundo e irracional que nada tiene de inmaculado? ¿Existe en el deseo de la carne y del espíritu el misterio más profundo del alma si esa carne y ese espíritu es fraternal? ¿Dónde se encuentra el límite? 

El autor francés Claude Louis-Combet narra de forma poética en Hiere, negra espina (Periférica) la pulsión amorosa del poeta Georg Trakl hacia su hermana Gretl. El título de la obra hace referencia, precisamente, al escritor alemán. Esas, y no otras, fueron las palabras que «hizo pronunciar a su hermana en un famoso poema escrito poco antes de la batalla de Grodek, durante la Primera Guerra Mundial», leemos momentos antes de iniciar una lectura que sume al lector en un debate moral profundo al tratarse del relato de un amor incestuoso.

Contrariado se encuentra uno ante la gestación de ese amor irracional, enfermizo para algunos, diabólico incluso, pero que es un amor incondicional, desenfrenado, sincero. De forma progresiva, Louis-Combet ficciona el crecimiento de esa pasión que les conlleva un dolor extremo, un pesar demasiado hondo como para sentirse vivos en vida. Ambos hermanos, cada uno a su manera, se necesitan y se muestran ansiosos por consumar ese deseo que, en cierto sentido, les corroe por dentro, les condena. El preciosismo en el lenguaje utilizado por el francés, unido a la intensidad y emoción de esa historia de amor imposible, hacen de este libro un acontecimiento literario en toda regla. Es esta una lectura poderosa, subyugante, que te atrapa y te remueve. Uno no puede salir indemne de esos sentimientos extremos, y sin embargo es gracias al cuidado del verbo, del estilo de Louis-Combet, que permanece atónito, saboreando cada palabra, experimentando ese dolor fruto de la infinita espera, ese júbilo producido por el reencuentro, esa culpa que les hace gritar enmudecidos. 

Como digo, la narración comienza cuando ambos protagonistas son niños —él varios años mayor que ella—, y va avanzando en el tiempo. A cada paso, más tensión, generada por un mayor deseo. Él es el dominante, ella la víctima, aunque poco a poco esos roles se intercambian hasta confundirse. En estas páginas la inocencia no existe, pues ellos son conscientes de que sus pensamientos y sus actos están fuera del orden establecido, de la moral. Ellos se saben pecadores, pero ello no les impide dar alas a sus deseos y anhelos, si bien existe un periodo de sufrimiento previo por la distancia que les separa. Él busca consuelo en la vida bohemia, en el alcohol y los burdeles. Ella en la escritura de cartas que nunca llegará a enviar. Sin embargo, todo llega, y de un modo delicioso, sutil, Claude Louis-Combet nos lo explica para deleitarnos con su prosa.

Un libro extremo, complicado. Una novela sobre un amor que ponemos en duda, que es tabú. Una historia de espera, dolor y devoción fascinante que David M. Copé ha traducido con suma elegancia y que me ha conmovido, incomodado a ratos, embaucado. Hacía tiempo que no leía algo tan profundo. Excelente. Doy las gracias a Julián Rodríguez por esto.

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