Evadirse de la propia vida, o un ‘Wakefield’ moderno (reseña)

Todos y cada uno de nosotros hemos sentido la necesidad de huir de algo, incluso de nosotros mismos, de nuestra propia vida. En algún momento determinado hemos llegado a imaginar cómo sería vivir otra vida, convertirnos en otra persona. Pero, ¿de verdad seríamos capaces de renunciar a todo, a todos? ¿Por qué motivo? ¿Qué induce a una persona a querer abandonar sin motivo aparente su realidad? ¿Es fruto del inconformismo, del cansancio, la desilusión quizás? ¿O estamos hablando de la oportunidad de protagonizar una auténtica aventura, de sentirnos libres, sin ataduras? No sabría responder a tales cuestiones, si bien creo que emprender esa marcha es un camino solitario, puede que demasiado.

Peter Stamm plantea estas incógnitas, y muchas otras, en su «nouvelle» Monte a través (Acantilado), donde un padre de familia, un marido ejemplar, decide sin previo aviso marcharse del calor del hogar, dejando tras de sí a su familia, su trabajo, su vida tal y como la conocía hasta ese preciso instante. Thomas, que así es como se llama el personaje, se convierte, por tanto, en un ser errante, alguien que decide desaparecer, alguien que escapa de su rutina sin rumbo fijo. ¿Lo hace para estar solo? ¿Acaso todo ha dejado de tener un sentido para él? ¿Por qué no decir palabra, por qué escaparse sin más? ¿Thomas está escapándose, se escabulle de sus responsabilidades, tiene miedo del futuro próximo, o siente que se ahoga en esa vida ordinaria? En una primera instancia, diría que ni él mismo sabe el porqué de tal decisión. Es más, diría que nunca se plantea dotar de una explicación razonable a esa «deserción».

Imposible me resulta pensar en el hecho de que Stamm está reescribiendo a su modo el magistral cuento Wakefield, donde Nathaniel Hawthorne nos presenta a un hombre que, hastiado de su rutinaria vida, decide abandonar a su mujer y desaparecer por completo, si bien Wakefield no se marcha a ningún lugar más que a un apartamento alquilado justo enfrente de su antigua vivienda, donde contempla el dolor de su mujer y donde asiste a su propia desaparición; en este sentido, Hawthorne resulta un poco más «macabro» que Stamm. Thomas inicia su propia aventura dirigiéndose primero hacia las montañas, refugiándose en granjas abandonadas y pequeñas posadas, trabajando de lo que pueda y sin mayor aspiración en la vida que seguir un destino que, como sabemos aunque lo neguemos, está determinado de algún modo. 

Y de forma alterna, Peter Stamm nos cuenta la experiencia de Astrid, la mujer abandonada que ha de hacer frente a esa inexplicable desaparición, y que ha de criar a dos hijos pequeños sin ayuda. Observamos a una mujer insegura, desfallecida, pero incapaz de creer que, llegado el momento, su marido no volverá. Es entonces cuando observamos que el autor suizo nos habla del amor, de ese amor que es un símbolo de lealtad hacia el otro, inquebrantable a pesar del sufrimiento, de la incertidumbre y la pena que conlleva una pérdida. Esta novela, por tanto, esconde profundos sentimientos y emociones, analiza las relaciones humanas más íntimas, y lo hace con una gran tensión al retratar la fragilidad del ser. 

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