Los continuos despropósitos de Donald Trump (reseña)

Que vivimos un momento anómalo en este periodo de la historia, por lo extremadamente paradójico del mismo, no es ninguna novedad. Estamos asistiendo a acontecimientos que simbolizan un considerable retroceso en cuanto a libertades se refiere, fruto de una crisis moral que no halla el modo de subsanarse. Sabemos, por el propio devenir de la historia, que existen épocas oscuras y por desgracia nos hemos visto inmersos en una de ellas. ¿El único consuelo que nos queda? Saber que todo cambia, que tras esta tormenta viene la calma. ¿Viene, la calma? Los más pesimistas dirán que no, que ya estamos condenados, abocados a la desgracia, y puede que a la extinción de nuestra propia raza. Quizá lo merezcamos, aunque prefiero pensar que de todo esto, de estas miserias que provienen de los extremismos y radicalismos, se aprende, y se aprende de una vez por todas para evitar, así, caer nuevamente en los mismos pecados de siempre.

Si alguien, hoy día, ejemplifica a la perfección toda esa incongruencia del mundo, por su despotismo, por cómo ha hecho de la política mundial un circo mediático a su medida, es Donald J. Trump, el cuadragésimo quinto presidente electo de los Estados Unidos de América. Mitad bufón, mitad tirano, Trump ha logrado lo que nadie pensaba jamás que un magnate y playboy podría conseguir, esto es, convertirse en el «hombre más poderoso» del planeta. Lo peor de todo es, a mi entender, que llegara a «convencer» a millones de ciudadanos de sus despropósitos en materia de migración, sanidad, economía… Trump es, y con esto no hago ninguna revelación, un populista, un racista y un temerario, capaz de lo que sea por mantenerse en el poder, incluso quedar constantemente en ridículo. 

Podría el presidente Trump, y como él la mayoría de los políticos que hoy día nos gobiernan, pedir disculpas por sus constantes despropósitos. Sin embargo, prefiere atacar a todo aquel que esté en su contra, como si se tratara de un niño rabioso dando pataletas, sin atender a razones, porque este personaje no sabe siquiera lo que es razonar. Algunos podrán pensar que me excedo en estos ataques contra su persona, pero en esta era de la globalización, donde la información es inmediata, el mismo Trump se ha puesto en evidencia demasiadas veces, como bien queda reflejado en el libro El enemigo del pueblo (HarperCollins Ibérica), del periodista Jim Acosta.

Acosta, corresponsal de la CNN en la Casa Blanca, ha sido uno de los mayores detractores de Trump, o más bien, uno de los periodistas que no ha dejado que el presidente estadounidense lo pisotee. Célebres han sido sus enfrentamientos, con las cámaras como testigos. Un Trump fuera de sí llamándole grosero y «enemigo del pueblo», diciendo que todo aquello cuanto hace son «noticias falsas» y que deberían avergonzarse de él, cuando ha quedado demostrado que Trump ha mentido y sigue mintiendo al pueblo norteamericano. De todo ello habla Acosta sin tapujos en este ensayo donde queda reflejada la mala praxis de la administración Trump. 

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