Relatos cargados de una cruel sinceridad (reseña literaria)

Literatura hiriente, dura, cruda, a veces repugnante, injusta. Con estas premisas pocos querrían leer una novela que reuniera tales apelativos. Sin embargo, ese estilo sombrío sirve para un propósito, y les puedo asegurar que no es, ni mucho menos, escandalizar al público lector. Más bien, hacer uso de una escritura “canalla” al estilo --y perdonen la comparación-- Bukowski, nos ayuda a abrir los ojos --y si no los abrimos del todo, al menos vislumbramos parte de esa realidad de la que huímos--. Esa es, al menos, la sensación que he obtenido mientras leía Knockemstiff, de Donald Ray Pollock.
¿Y quién narices es Donald Ray Pollock? Yo mismo me hice esa pregunta. Resulta que es un escritor tardío norteamericano --su primera obra la publicó con 50 años--. Lo sorprendente de todo es la fuerza de su prosa, una mezcla de brutal sinceridad con un oscuro sentido del humor. La editorial Libros del Silencio nos brinda la oportunidad de descubrir a un autor increíble y una obra que “eriza los pelos”.
El nombre de Knockemstiff hace referencia a una población real de los EEUU, en el estado de Ohio. Pueblo natal de Ray Pollock y base de su particular estudio sobre la condición humana. El escritor traslada a este “agujero negro” de la América profunda, algunas de las situaciones, protagonizadas por el ser humano, más penosas que puedan existir. A lo largo de la lectura de cada uno de los relatos/cuentos que conforman Knockemstiff, nos damos cuenta de lo descorazonadora que puede ser la vida. Los personajes que surgen son alcohólicos, dorgadictos, violadores, palurdos, gordas, maltratadores, putas, bestias que no conocen la higiene bucal... Es un lugar recóndito, maldito, del que no se puede huir. Muchos lectores creerán que esta serie de narraciones supondrán historias de redención, de finales felices, en los que el protagonista finalmente pueda salir airoso, marchar para vivir con un bronceado ejemplar en California. Se equivocarían. Los relatos están cargados de una tristeza que encoge el corazón, de una violencia y sordidez que te dejan con la lágrima en el ojo. En este sentido, y aunque parezca una locura, existe una belleza épica en cada relato. Esa crueldad y sinceridad te atrapan desde la primera línea. Kiko Amat, autor del prólogo, dice que este es “uno de los mejores libros que leerán jamás”. Yo no sé si esto será así. De lo que estoy seguro es que su lectura es inolvidable.

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