Los viajes literarios de un escritor, escritor (reseña literaria)

¿Incorregible? Quizá. No puedo remediarlo. De tanto en cuanto necesito leerle. Podrá parecer algo presuntuoso pero es que a Enrique Vila-Matas uno lo lee, con calma; además, suele hacerse con placer. Y digo esto porque cuando era pequeño a mí me enseñaron a leer, es decir, a saber interpretar las palabras escritas, las distintas grafías existentes. Sin embargo, Vila-Matas me enseñó literatura; mejor dicho, me enseñó a amar la literatura, a mimarla. Muchos otros autores me han enriquecido de tal forma que en esta vida dudo pueda agradecérselo lo suficiente. No obstante, en el caso del autor barcelonés, me ha procurado la posibilidad de aumentar mi capacidad lectora, mis ansias de conocer voces narrativas que ignoraba, mi devoto cariño por las letras, puntos y comas. Es por eso que suelo acudir a él buscando satisfacer mi más que rebelde curiosidad.
Con El viento ligero de Parma, que publicó la editorial Sexto Piso hace algún tiempo, uno puede empaparse de literatura. Este compendio de escritos, extraídos de algunas de sus novelas o artículos/conferencias y que tienen la particularidad de invitarnos a viajar por diversos rincones del planeta, ofrece la oportunidad al lector de saciar sus inquietudes, además de conocer algunos aspectos más personales de una voz narrativa única en nuestras letras, un escritor “extranjero” que busca perfeccionar su estilo para dotar a su literatura con el don de la inmortalidad. Y escribo “inmortalidad”, porque las obras de Vila-Matas, al contrario que las de otros autores, permanecerán en la memoria de todos convirtiéndose en literatura irreductible de nuestro tiempo. Uno puede saber, a través de estas páginas, que el catalán se hizo escritor por Marcello Mastroianni. Su papel en La notte, de Michelangelo Antonioni, donde encarna a Giovanni Pontano, un autor de éxito, le hizo pensar en qué quería dedicar su tiempo y la respuesta fue: ser escritor. Vila-Matas decidió ser escritor a pesar de que “lo esencial, en cualquier caso, para un escritor es descubrir pronto que lo importante no es ambicionar la fama o el ser escritor, sino escribir, es decir, encadenarse de por vida a un noble pero implacable amo, un amo que no hace concesiones y que a los verdaderos escritores les lleva por el camino de las frases casual o misteriosamente relacionadas entre ellas [...]”. ¡Y olé!

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