Entrevista a... Vicente J. Benet

Vicente J. Benet. Fotografía: Gabriel Utiel

André Breton dijo que el cine era "el único misterio absolutamente moderno". Quizá, ese misterio que se enconde en el mundo del celuloide sea la causa de que tantas y tantas generaciones hayan sucumbido a su poder enigmático. Quizá por eso le llaman el Séptimo arte.
El cine español. Una historia cultural, es el título del último libro del profesor de Historia del Cine Español de la Universitat Jaume I de Castelló, Vicente J. Benet. Publicado por Paidós, en él realiza un recorrido desde la primera proyección realizada en Madrid por los agentes de los hermanos Lumière hasta el presente.
El próximo 13 de marzo, en el Espaididàctic del Espai d’Art Contemporani de Castelló (EACC), Vicente J. Benet presentará esta obra imprescindible para conocer la dimensión del llamado séptimo arte en nuestro país. Hablé con él para que me contara más cosas sobre su nuevo libro y la actual situación del cine en España.

Pregunta: Obviamente, la historia del siglo XX va ligada al cine. ¿Qué grado de importancia le podemos otorgar?

Vicente Benet: Las películas pueden convertirse, para el historiador, en documentos a través de los cuales entender las mentalidades, las tensiones, los valores, las fantasías y los temores que definen a un grupo social en un momento histórico. El cine es un fenómeno fundamental del siglo XX que no puede ser ignorado por ningún historiador, ya que ha sido el espectáculo de masas más importante al menos hasta la llegada de la televisión. Para entender el siglo pasado y el presente los historiadores deberán ocuparse sistemáticamente de las producciones audiovisuales.

P: Recorrer toda la historia del cine español es, sin duda, todo un reto. ¿Cuál fue el origen de este proyecto?

V. B.: Pensaba que era necesario ofrecer una nueva aproximación al cine español que lo presentara, no como un fenómeno aislado, sino como una manifestación de la industria cultural integrada en los procesos de transformación social y política del país. Además, me parecía esencial describir sus relaciones con otras formas culturales o de entretenimiento a lo largo del siglo XX. Las aproximaciones más habituales al cine español se asientan en el análisis industrial o estilístico, centrándose casi siempre en autores o en filmes particularmente señalados. En mi caso, intenté que cada película pudiera convertirse en un documento para entender el contexto histórico de su producción y también las formas culturales o de entretenimiento popular con las que dialogaba. Era importante, por lo tanto, entender las conexiones del cine con fenómenos tan variados como la literatura, el teatro, las artes plásticas, el entretenimiento popular (el cabaret, la revista, las novelas de kiosko o los cómics) como parte de un proceso general de construcción de imaginarios y de relatos que eran consumidos por el público.

P: ¿Qué aspectos de la obra podría destacarnos? ¿Cómo lo ha organizado?

V. B.: Aunque es un libro de historia, tiene un planteamiento narrativo que se desarrolla de acuerdo una continuidad temporal. Este relato se basa en encontrar en las películas españolas las tensiones, los conflictos y los avances que han marcado a la sociedad española en su incorporación a la modernidad a lo largo del siglo XX. España vive ese acceso a la modernidad de una manera traumática. La máxima expresión de este carácter conflictivo es la Guerra Civil, que marca el desarrollo posterior del país. En el libro se intenta describir, a través de los productos culturales del siglo XX, ese conflicto entre dos corrientes: las fuerzas que pretenden dirigir el país hacia la modernidad y las que se oponen a ese proceso.

P: Aunque sea una pregunta muy manida, ¿existe una marca “española” en el mundo del celuloide?

V. B.: Existen unas iconografías, unos relatos, un tipo de personajes, unas formas de concebir el espectáculo y un modo de reflejar costumbres que tienen un carácter peculiar o por decirlo con una expresión que utilizo en el libro, vernáculo. Estos elementos se fueron fraguando en los procesos de modernización del país desde el siglo XIX. Un ejemplo puede ser la música. La destilación de formas folklóricas por parte de los músicos del cambio de siglo como Albéniz, Granados, Turina o Falla permitió que surgieran fenómenos nuevos como la copla. Cuando la copla se cruzó a lo largo de los años 20 y 30 con el disco, la radio y finalmente el cine sonoro, se fraguó un género fundamental de nuestro imaginario colectivo, la “españolada”, que se configuró en la II República, con producciones como Morena Clara. En este camino de construcción de un imaginario nacional popular, fue decisivo el modo en que se elaboraron los modelos de la copla en el cine y otros productos de la industria cultural. Pensemos por ejemplo en el disco Canciones populares españolas (aparecido en 1931) recopilado por Federico García Lorca y en el que acompañaba al piano a la cantante La Argentinita.

P: ¿Qué época del cine español podríamos equiparar al literario ‘Siglo de las luces’? ¿Cuál reunió a mayor número de “genios”?

V. B.: En mi concepción de la historia del cine español me alejo de la idea de “genio”. Cada época ha tenido personajes muy destacados, pero mi enfoque y atención se dirige más hacia las películas que hacia los autores. En cualquier caso, si el cine español es reconocido por especialistas más allá de nuestras fronteras es gracias a tres nombres fundamentales de tres periodos históricos distintos: Segundo de Chomón, Luis Buñuel y Pedro Almodóvar. Los dos primeros, por cierto, hicieron gran parte de su obra fuera de España.

P: A día de hoy, ¿cuáles cree que han sido las películas españolas que verdaderamente han marcado un antes y un después?

V. B.: Cada época ha tenido sus películas emblemáticas. Morena Clara fue la película española más vista en los años 30 y su importancia desde el punto de vista de la historia del cine español es decisiva. Otra película muy importante fue Viridiana, realizada por Luis Buñuel en 1961. La película es uno de los mejores ejemplos de la tesis que articula mi libro: el conflicto entre las fuerzas de la modernidad y el peso de los fantasmas del pasado. Pero además, es singular porque supuso, durante el franquismo, el retorno de un exiliado como Buñuel para trabajar en la España franquista. La venida de Buñuel causó una conmoción en el exilio y también entre los jóvenes cineastas españoles de ese momento. La película acabó provocando un tremendo escándalo tras ganar la Palma de Oro en el festival de Cannes para España, país al que representaba en el certamen. Fue prohibida inmediatamente por las protestas del Vaticano.

P: ¿El cine español es más internacional que nunca o la presencia de actores y directores fuera de nuestras fronteras no personifica, necesariamente, esa presunta internacionalidad del “sello” nacional?

V. B.: El cine español intenta incorporarse al mercado internacional siguiendo las fórmulas Industriales y estilísticas que se han impuesto en los últimos años. Pero este no es un proceso nuevo. Desde los años 50, las coproducciones, por ejemplo, fueron muy importantes y crearon un tráfico de técnicos, actores y cineastas que fueron determinantes para el desarrollo de nuestra industria. Hoy en día, lo que se intenta es construir productos más cosmopolitas y dirigidos a un público global, que sabe reconocer los formatos y las convenciones de la gramática fílmica más convencional.

P: Tras la última gala de los premios Goya, el cine español ha sido carne de cañón en diversos medios nacionales, tertulias televisivas y radiofónicas, etc. ¿Qué opinión tiene al respecto de lo sucedido?

V. B.: Una parte muy significativa de los intelectuales, de los políticos e incluso de la gente corriente suele menospreciar el cine español, esto es algo que ocurre casi desde los años 20. Las razones para ello son complejas. Quizá no nos gusta reconocernos en el modo en que nos refleja. En cualquier caso, sí que es verdad que desde los movimientos relacionados con la guerra de Irak, en la que un sector de la industria tomó una actitud muy combativa contra la política del gobierno de Aznar, las cosas han cambiado en la proyección social del cine español. Los actores o cineastas han pasado a ser parte de la controversia política. Y muchas veces su utilización tiene un componente claramente demagógico, como acaba de ocurrir con las manifestaciones del ministro de Hacienda acusando a actores españoles de no pagar impuestos en nuestro país. Probablemente sea porque no tienen su domicilio fiscal aquí.

P: En la situación actual, el mercado cinematográfico vive momentos de auténtica angustia tras la constante caída de las taquillas, la falta de capital privado y de subvenciones públicas. ¿El futuro es oscuro casi negro?

V. B.: El futuro es muy incierto, pero el cine español sigue vivo y debe ser apoyado de alguna manera. Las formas convencionales de promoción y protección del cine español ha dado pie a casos penosos de corrupción y picaresca, como ha ocurrido en otros sectores. Pero, al igual que hacen otros países europeos, se deben buscar fórmulas para preservar nuestro cine, porque no sólo es una industria, sino que también es un producto cultural a partir del cual se proyecta una imagen de nuestro país. Parece que el actual gobierno intenta consensual con la industria un proyecto de protección del cine en el que el mecenazgo tendrá un papel importante. Pero el tiempo está pasando y sigue sin aparecer. Confiemos, como dicen algunos rumores, en que esta primavera vea la luz.

Comentarios

Entradas populares