Esas sonrisas que provocan reflexiones en torno al arte (Columna de opinión)

No puedo más que esbozar una sonrisa al saber que Lawrence Weiner sigue en plena forma. El artista norteamericano acaba de presentar en Barcelona sus dos últimos proyectos: Para siempre y un día, una escultura ubicada en el Mercado de Santa Catalina, y Escrito en el viento, una gran exposición de sus dibujos en el MACBA. Mi sonrisa se produce por una sencilla y, siento decirlo, ególatra razón: yo he podido compartir charla y café con él. Eso es algo que nunca se podría haber producido si no fuera porque la “modesta” ciudad de Castellón, como algunos creen, cuenta con un centro como el Espai d’Art Contemporani.
Ya han pasado casi cuatro años de su Under the sun, donde pudimos ahondar en el lenguaje artístico de uno de los artistas más importantes e influyentes del siglo XX, uno de los personajes que más han contribuido a ampliar la noción de arte. Asimismo, aún podemos disfrutar con su escultura que permanece en el Pinar del Grao de Castellón. Todo un lujo que muchas grandes ciudades ya quisieran disfrutar, y donde se refleja perfectamente su creatividad, aquella donde el lenguaje se erige como el material por excelencia y el texto, sobre la pared o imaginado de forma abstracta, “es suficiente para que la obra exista”.
Y volviendo a esa sonrisa del principio, decir que simboliza de algún modo el hecho de que Castellón tiene un nombre, que goza de un lugar privilegiado dentro del mundo del arte. Que nadie lo olvide.

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