Entrevista a... Sigiswald Kuijken

Sigiswald Kuijken. Fotografía de Georg Thum

Hablar de nombres propios dentro del panorama musical europeo y, porqué no decirlo, mundial, puede resultar peligroso, en ocasiones. Sin embargo, vista la amplia trayectoria, los reconocimientos y proyectos, no creo que nadie negara la valía del belga Sigiswald Kuijken.
Referencia absoluta en el ámbito de la investigación y recuperación por el amor a los instrumentos originales, Kuijken es uno de los baluartes del periodo barroco. Aún con todo, y como buen amante de la música, sus inquietudes le han llevado a interpretar a un sinfín de compositores.
En  1972 fundaría La Petite Bande, una de las formaciones que, a día de hoy, es sinónimo de excelencia musical y compromiso por la buena interpretación. La tentación por entrevistar a este icono de la música europea era insuperable así que, cuando tuve oportunidad, hablé con él para saber un poco más sobre esas cuatro décadas en las que ha estudiado los entresijos de la música clásica.

Pregunta: Cuando se nombra a La Petite Bande se sabe que estamos ante un grupo de referencia en toda Europa y también en el mundo. La trayectoria es amplia y los reconocimientos numerosos. ¿Ha sido duro el camino hasta ahora?

Sigiswald Kuijken: En 1972, cuando fundamos La Petite Bande, casi no existían otros grupos que tocaran música antigua tal y como hoy la conocemos. Realmente, aquel fue un periodo de descubrimientos. Muchos músicos comenzaron a experimentar con instrumentos de época, sobre todo, con los instrumentos de cuerda. Fue un periodo ajetreado, donde existían múltiples lecturas de las fuentes antiguas, debates, ensayos y errores...
El primer proyecto del grupo fue la grabación de Le Bourgeois Gentilhomme, de conformidad con Gustav Leonhardt. Y, al año siguiente, tuvimos la fortuna de realizar otra grabación, y poco a poco empezamos a ofrecer conciertos. Así que, después de algunos años, nos encontramos con que La Petite Bande se había establecido y era reconocida. Sin embargo, y después de todos estos años, aún no existe un final, todavía tenemos muchas cosas por descubrir, digamos que hay un universo abierto importantísimo. En este sentido, quisiera señalar algunas de nuestras evoluciones más importantes: en la década de los 80, La Petite Bande definió el tono histórico "viable" para la música clásica --Mozart, Haydn, etc.--. Así, comenzamos a afinar en un tono de 430 Hz, aproximadamente. Cabe destacar que Bach es, en su mayoría, de 415 Hz y el barroco francés de 392 Hz. Sin embargo, Schütz, que interpretamos en Castellón, necesita una afinación de 465 Hz. Podrá parecer una tontería pero estas diferencias ayudan a interpretar la música de un modo equilibrado. ¡Es sensacional!
A finales de los noventa, fuimos los primeros en introducir los resultados de Joshua Rifkin sobre el uso del coro en la música de Bach, el llamado “uno por parte” --la reducción de los efectivos a la mínima expresión--. Esto significa que en el coro se necesita, únicamente, a cuatro cantantes para intepretar las cantatas, o el doble para, por ejemplo llevar a cabo piezas como La pasión según San Mateo. He ahí todo un universo completamente nuevo: las fuerzas instrumentales son más pequeñas, no hay necesidad de un conductor/director de orquesta que lo controle todo...

P: Detalles muy técnicos...

S. K.: En el mismo sentido, la (re)introducción de la spalla violoncella, también llamada el violoncello de hombro, ha sido otra de las acciones que hemos realizado a lo largo de estos años. Hasta el año 2004, este fue un instrumento olvidado, cosa bastante extraña, puesto que fue el instrumento para el que Bach escribió sus famosas suites. Así, decidí devolverle el esplendor en mi 60º aniversario. El uso de este instrumento, con el mismo tono que el cello normal, pero con un sonido un poco más pequeño, me hizo tomar conciencia del hecho de que Bach nunca quiso un contrabajo. Por eso, utilizamos principalmente el basse de violon, un violoncello algo más grande.
Como verá, es casi deslumbrante darse cuenta de estos detalles para descubrir más y más acerca de los instrumentos reales que se utilizaron en el pasado. Y eso que no he mencionado aún la evolución importante en estos últimos años sobre las trompetas de bronce barrocas y otros instrumentos. En estos cuarenta años de La Petite Bande ha sido una verdadera aventura continua.

P: ¿Cómo se mantiene esa ilusión por seguir interpretando obras de hace tres siglos?

S. K.: ¿Ilusión? Quizá no sea la mejor palabra... Por supuesto, es una ilusión pensar que somos capaces de reproducir la música de Bach o de Mozart del mismo modo que se hizo durante sus vidas. Aunque... ¡no hay grabaciones de esa época! Sin embargo, con la búsqueda constante --y la investigación-- para conocer lo más posible todos los elementos de esta música, tengo la sensación de que nos acercan cada vez más hacia una mejor comprensión de la propia música y, por consecuencia, a una mejor idea de forma en que el compositor le hubiera gustado interpretarla.
Tome por ejemplo el programa que ofrecimos en Castellón, esa Navidad de Heinrich Schütz que ya interpretamos una vez, hace más de 10 años, en 1998, y que también grabamos para el sello Harmonia Mundi Deutsch. En esa época interpretábamos con nuestros "habituales" instrumentos de cuerda barrocos, pero en 2008 ordenamos la construcción de un conjunto nuevo de instrumentos de cuerda, a raíz de los resultados de las investigaciones más recientes sobre las cadenas en el barroco temprano. Esto no solo da otro sonido, sino también otra técnica de ejecución, por lo tanto, una experiencia completamente nueva para el oyente. Además, se da una mayor importancia al texto, y sobre todo cómo el texto y la música se  entrelazan íntimamente. El resultado es sorprendente: aunque la música sigue siendo, por supuesto, la misma, tengo la impresión de que hablamos mejor y más convincente la lengua con que hablaba Schütz.



P: ¿Le gusta más interpretar o dirigir una orquesta?

S. K.: Bueno, yo soy violinista de formación. Solo por necesidad empecé a dirigir al grupo al realizar interpretaciones de grandes piezas --como por ejemplo, en las sinfonías de Joseph Haydn o Wolfgang Amadeus Mozart--. Digamos que es una consecuencia directa de la práctica en sí. Aún con todo, el hecho de que el grupo sea más pequeño, casi un conjunto de música de cámara, dedico el tiempo y el esfuerzo en  ser prácticamente el primer violín. De hecho, lo prefiero así. Como músico que soy, ¡me gusta tocar!

C: El apellido Kuijken es uno de los más famosos en el panorama musical europeo. ¿Le ha
pesado alguna vez?

S. K.: ¡Gracias por el cumplido! Y, personalmente, estoy contento de que el apellido Kuijken no solo haga referencia a mi persona, sino también a mis hermanos Barthold y Wieland. Asimismo, desde hace más de una década, también se refiere a una nueva generación. Soy el orgulloso padre de Sara (violín/viola), Marie (soprano/pianoforte) y Verónica (violín/pianoforte). Además, también Wieland puede estar orgullosos de sus hijos Jan, Piet, Filip. Por lo tanto, no. No es una presión portar este apellido, más bien es un sentimiento de familia.

P: ¿Qué experimenta a la hora de interpretar una pieza nueva?

S. K.: Una nueva pieza no es una isla aislada. Incluso hoy en día, en la música contemporánea, todas las composiciones escritas recientemente están llenas de referencias a otras obras y tradiciones.
En otros tiempos, estas tradiciones fueron, por supuesto, más unificadas que ahora. Con cada nueva pieza que interpreto, por ejemplo, de Schütz, me encuentro enmedio de un universo que hemos buscado y vivido hace ya mucho tiempo. Usted puede decir que la mayor parte de los conocimientos técnicos necesarios para realizar esta música están presentes cuando leemos una nueva pieza. Muchos tienen la impresión de que solo así pueden leer la partitura, y luego --casi sin ningún tipo de interferencia-- lo realizan. Mi trabajo en los ensayos con La Petite Bande es a menudo la siguiente: ¡tan poco como sea posible, pero lo mejor posible!

P: ¿Con qué compositor se siente más cómodo a la hora de interpretar?

S. K.: Si usted toma la lista de nuestras grabaciones, además de las grabaciones que he realizado como solista, la respuesta es clara. Bach-Mozart-Haydn. Pero, en realidad, todos los compositores son extraordinarios y es una alegría inmensa poder interpretarlos. Recientemente, grabamos los Cuartetos de cuerda Op.59 de Beethoven, junto con mi hermano Wieland y mis hijas Sara y Verónica. ¡Qué música! Sin duda, es un privilegio enorme que le permitan a uno tocar esta música... Al igual que Schütz, que es un compositor sensible y de una profundidad exquisita. Cada compositor tiene que añadir algo fundamental para nuestra cultura y, en consecuencia, a nosotros.

P: ¿Cuáles son los futuros proyectos de La Petite Bande y de Sigiswald Kuijken como solista?

S. K.: La Petite Bande continuará con su misma línea artística. Terminamos en 2012 la grabación de las Cantatas de Bach. Este ha sido para mí un gran proyecto, en el que puedo aportar las investigaciones realizadas en los últimos veinte años. Pero vamos a seguir investigando, más y más, con los instrumentos, con las formas históricas con que se realizó la música en su determinada época. Y como siempre, vamos a invitar a todos aquellos músicos que están trabajando en la misma dirección para compartir sus hallazgos con nosotros. La Petite Bande siempre ha dado margen para experimentar y para los nuevos hallazgos.
Quiero mencionar como última novedad que a partir de ahora La Petite Bande va a dar cabida a otros jóvenes músicos para trabajar con nosotros. Por otro lado, nuestro organista y clavecinista, Benjamin Alard ha grabado una producción en la que ofrece un programa en torno a los conciertos de órgano de Haendel. De esta manera, tratamos de dar continuidad a la fuerza del espíritu de la música de La Petite Bande que se conoce.

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