Cuando hablar de política nos permite pensar en ‘otras cosas’ (columna de opinión)

"Como sucede siempre que alguien se tira a hablarme de política y políticos y politiqueros, me puse a pensar en mujeres desnudas". Cuando leí este pequeño fragmento de la novela La pirueta, de Eduardo Halfon, reconozco que me reí a carcajadas. El guatemalteco, de forma consciente y muy acertada en mi opinión, describe a la perfección una situación que hoy día más de uno lleva a cabo. Hablar de política cansa, cansa mucho, tanto que lleva hasta el más extremo y extenuante aburrimiento. Sabemos que los políticos ya no son dignos de confianza, que nos la han jugado una y otra vez, que nunca pretendieron trabajar por el bien para el pueblo y todo eso. Por tanto, es mejor pensar en mujeres desnudas, mucho mejor, tanto que incluso me atrevería a decir que es más instructivo e interesante. Sin embargo, parece ser que no podemos abandonar la idea de desterrar a todos esos políticos, politiqueros y politicuchos al olvido. Son como un pequeño gran apéndice del que nunca logramos desembarazarnos. Desconozco el porqué, aunque sí me atrevo a pensar que desentendernos de sus artimañas no hace sino alimentar aun más sus ansias de poder, de modo que es mejor no apartar la mirada, aunque las vistas nos repugnen un poquito. Además, como dicen aquello de que no hay mal que por bien no venga, mientras sigamos hablando de la soporífera política, siempre tendremos oportunidad de imaginar cuerpos de ensueño. 

Comentarios

Entradas populares