Palabras que son pasiones, pasiones que son palabras (columna de opinión)

"En otro tiempo, hace ya algunos años, una muchacha muy despierta y avispada me dijo, susurrándome al oído extremadamente sensible, que estaba profundamente convencida de que yo ponía más pasión en la escritura que en la vida". Estas palabras de Robert Walser me dejaron noqueado al verme reflejado en ellas. Vivo entre letras. Cada día las escribo, las leo, las pienso, las pronuncio o balbuceo, las intuyo en mi mente colmada de células grises, esas diminutas criaturitas que me permiten ser quien soy. Reconozco que ese vasto mar de palabras en el que me veo inmerso provoca, en ocasiones, sentirse ajeno a la realidad que me circunda. Podría decirse que es una huida meditada, una vía de escape hacia aquellos lugares de ficción que sé con certeza no me afligirán --no, al menos, directamente-- y que permitirán alimentar el intelecto.
Y sí, como ya dijera Ingeborg Bachmann, "la escritura está expuesta a una gran incertidumbre", como el resto de elementos existentes en nuestro día a día. Con ello quisiera dejar claro que, a pesar de esa evasión de nuestra existencia y materialidad provocada por la lectura --se entendería que justa y necesaria en vista de las incongruencias que se suceden día tras día--, la literatura sigue siendo un refugio para el alma, siempre servirá de auxilio y logrará rescatarnos de la desidia; no permitirá que caigamos en la apatía. Soy lector, y también soy apasionado, lo confieso. 

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