Cartas sin respuesta, amor que se marchita (reseña literaria)

Iba de acá para allá, ataviado con mi inseparable bolsa de cuero y unas cuantas bolsas con libros dentro. Siempre libros, siempre bolsas, y gente, mucha. Deambulaba un tanto perdido en la inmensidad de la FIL, la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, México. Miles de almas rondaban por ese macro-espacio de palabras y papel y escritores y presentaciones y charlas y debates. Nunca vi nada igual, nunca imaginé que existiera una fiesta literaria de tal magnitud. Me sentía abrumado. 
De esa experiencia con marcado acento mexicano obtuve recuerdos ya imperecederos. Conocí a poetas sin pelos en la lengua, traductores coreanos y cronistas de raza. Entre estos últimos cabría mencionar a Fabrizio Mejía Madrid, un buscador de verdades y "el nuevo Monsi", como creo que acertó en decir la increíble Elena Poniatowska --refiriéndose al gran Carlos Monsiváis--. Mencionar a Poniatowska no es gratuito pues en la FIL, la flamante Premio Cervantes 2013, fue una de las estrellas.
La autora mexicana es, sin duda, una de las grandes narradoras en lengua castellana que existen. Escucharla aquellos días en Guadalajara fue un auténtico lujo, y leerla un par de meses más tarde gracias a la reedición de Querido Diego, te abraza Quiela (Impedimenta) un ejercicio intelectual y de entusiasmo. Esta obra, publicada originalmente en 1978, se caracteriza por estar confeccionada como una novela epistolar; sin embargo, son cartas unidireccionales, nunca obtienen respuesta. En ellas, Angelina Beloff, primera mujer del artista mexicano Diego Rivera, le escribe una y otra vez a su marido de forma casi obsesiva. Quiela, diminutivo que el propio Rivera le puso, está sola en París, abandonada, aunque mantiene la esperanza del ansiado retorno, de volver a sentir el amor y el cariño de ese hombre de "gran corpachón que llenaba todo el estudio". 
Poniatowska realiza una descripción brutal de la dependencia y de la ausencia. En cada carta ahonda en las profundidades más íntimas de Beloff, en su tormento... Conocemos sus inseguridades como artista --fue eclipsada por Rivera--, somos partícipes de su dolor y lloramos por su desconsuelo. El lector, o al menos un servidor, querría abrazarla y reconfortarla, pronunciar esas mágicas palabras de "todo irá bien", aunque todo y nunca va bien. A través de estas páginas observamos a un Diego Rivera que roza la crueldad y la barbarie. Todo es ficción, claro, una mágica ficción con la que Poniatowska crea una nueva realidad histórica. Excelente trabajo el de Impedimenta por recuperar esta voz, este dolor en el corazón. 

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