Sueños poco comunes, relatos imprescindibles (reseña literaria)

¿Cómo quisiera escribir? La respuesta es bien sencilla, como Eloy Tizón. Puede que tal afirmación sea precipitada, una chiquillada o un instante de trastorno bipolar. La verdad, si soy sincero conmigo mismo, nunca alcanzaría el grado de maestría de este escritor que destila elegancia, que logra plasmar sobre el papel frases aparentemente sencillas, fragmentos naturales, sinceros y directos. No obstante, esa simplicidad está orquestada. Existe en la narrativa de Tizón, o yo así lo creo, un insólito proceso previo de análisis. Cada punto, cada coma, cada una de las imágenes que describe en sus páginas son concebidas por una mente que es palabra. Ya lo decía Jorge Reichmann, "somos seres del lenguaje, animales que hablan, carne que habla". 
Tras haber leído Técnicas de iluminación (Páginas de Espuma), me rindo a los pies de este ilusionista de la narrativa española. El presente libro de relatos es puro gozo. Su prosa está repleta de metáforas, portentosas imágenes que conforman un estilo superior. Tizón no deja nada al azar, más bien mima todas y cada una de las letritas que se traducen en sentencias, he ahí el motivo por el cual este autor juega en otra liga, es de otra galaxia. Por si fuera poco, el madrileño tiene un as en la manga al ser consciente de que "en una barra de grafito está contenido el mundo" --algo que me lleva a pensar en Valeria Luiselli cuando afirma que puedes "inventar al mundo enunciándolo"--.
En todos los relatos vislumbramos luces y sombras, anhelamos tiempos y momentos que nunca vivimos pero que los hicimos propios. En otras palabras, te identificas con esa "extraña normalidad". Las diez ensoñaciones que presenta Tizón, diez historias que te invitan a vibrar, son un auténtico reto para el lector, pues son relatos exigentes, que requieren toda tu atención. En ocasiones parece dejar suspendida una idea que debes ser capaz de recoger con un cazamariposas, para luego archivarla y procesarla. Eloy Tizón crea una especie de juego entre sus personajes y él mismo, juego que luego traslada al público y que, si son avispados, llegarán a disfrutar como niños. 
La escritura de este autor con mayúsculas es una especie de reveladora pasión por la propia escritura, uno ansía teclear, dejar volar su imaginación para lograr escribir algo como esto: "Triste pero forzoso es admitir que los besos no recibidos han hecho más por la literatura que los besos recibidos". Grande Tizón, muy grande. 

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