Relatos inolvidables, revelaciones y penas (reseña literario)

No hace mucho, el escritor y filósofo francés Bruce Bégout afirmaba que lo más atractivo de la producción literaria actual en lengua española procedía de Latinoamérica. Debo dar mi conformidad. Es una opinión totalmente subjetiva y cualquiera puede contrariarme, claro está. Para argumentar mi criterio --y el de Bégout-- basta con citar algunos nombres: Valeria Luiselli, Eduardo Halfon, Mario Bellatín, Carlos Labbé, Carlos Yushimito, Yuri Herrera, Selva Almada, Julián López... La lista es larga y rebosa calidad literaria por los cuatro costados. Su voz, su tonalidad, su narratividad... Todo en ellos me atrapa, me conmueve; nada me es ajeno en su prosa, todo me parece preciso y justo, rico en matices, metafórico y revelador.
Con Antonio López Ortega pasa exactamente igual. A través de la lectura de La sombra inmóvil (Pre-Textos) he descubierto otra voz admirable. El venezolano ofrece aquí una serie de relatos muy íntimos --14, en total-- que destilan elegancia e inteligencia. Son escenas complejas todas ellas, trágicas en muchos casos. Sobrevuela un cierto halo de inquietud y desasosiego, pero nada es artificial, no puede serlo, pues habla de la soledad y de la ausencia, de la pérdida. Y en todos ellos, Venezuela está presente: sus ciudades --Caracas, Valencia, Barquisimeto o Puerto Cabello-- y sus calles, sus rincones paradisíacos --Isla Margarita--, su flora, su cambio socio-político, su memoria. López Ortega radiografía con sutileza el testimonio de una nación, la suya, y para ello se sirve de una perspectiva extraordinaria, detallista, que despierta los sentidos del lector. Uno no levanta la cabeza mientras lee estos textos, no puede. Cada instante sumerge al lector en una profunda ambivalencia, de ahí que te enganche y te retenga.
Como decía, no hay nada en La sombra inmóvil que no te haga sentir que estás ante un escritor excepcional que busca recuperar la esencia de la propia literatura. "Una historia imaginada es de alguna manera una imposibilidad. Por eso seduce, porque al saberla intransitable, irrealizable, solo la mente la cultura entre cuatro paredes", podemos leer en sus páginas, aquéllas que, insisto, están perfectamente estructuradas, imaginadas. Al leer este compendio de relatos uno disfruta, siente placer, goza y ama la literatura per se. Hay frases soberbias, inolvidables, como esta: "Lo que he visto es inabarcable: no cabe en un hogar, en una biblioteca o en un abrazo".

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