La escritura como una 'cura' para el desamor (reseña literaria)

Podría decirse que El final de la historia (Alpha Decay) es el retrato de una obsesión. El amor, tantas veces admirado como denostado, tantas veces necesitado como olvidado, es el claro protagonista. Bueno, en realidad, no lo es. Sería más acertado escribir la búsqueda del amor. Sí, eso sí. Es entonces cuando uno se pregunta, ¿para qué buscar el amor? ¿Por qué exigirlo? Y uno se lo pregunta porque no tiene idea de qué es el amor. ¿Muestra de cariño y ternura? ¿Adoración? ¿Momentánea locura?
El amor es uno de los actos más egoístas que existen. Queremos para que nos quieran, no nos engañemos. Por esa razón, cuando esa fórmula que creíamos inviolable se rompe o resquebraja, aparecen el desprecio, la confusión, se desata la ira y la pena lo envuelve todo. Lágrimas y lágrimas, llantos que proceden del interior más profundo, la angustia que no cesa.
Los cimientos de nuestra estabilidad emocional se vienen abajo tras una ruptura. En ocasiones, esa caída es mucho más acusada y violenta cuando se alejan de ti sin tú entender nada, cuando pronuncian ese "ya no te quiero" que parece una sentencia de muerte en vida. Todo lo que era un estallido de alegría se vuelve silencio, te sumerge en la oscuridad.
Lydia Davis se sirve de una mujer de mediana edad y la relación y no relación que mantiene con un hombre mucho más joven que ella para retratar esa obsesión por el amor perdido, el amor que ya no es correspondido. 
La que fue primera novela de la magnífica escritora de relato breve, y que ahora traducen al español por primera vez, es una lectura que resulta en ocasiones un tanto pesada por el discurso dubitativo de su protagonista. Todo son incógnitas, imprecisiones e incertidumbre y eso llega a cansar, pues no acabas de encontrarle un ritmo preciso. Esa eterna duda pesa demasiado, al menos a mí me pesa. 
Sí me intereso por ese relato alternativo que Davis hace sobre la construcción de la propia novela. De hecho, creo sinceramente que ahí radica su gran atractivo, en ese diálogo interno que hace la protagonista para narrar cómo el hecho de "transcribir con precisión pensamientos y recuerdos", le otorga una "sensación de paz". La escritura como salvación y también como sanación espiritual y física, escribir para adquirir poder sobre uno mismo, sobre sus sentimientos; literatura que moldea todo y a todos. "Había días en que escribía tanto sobre él que dejaba de ser un individuo real", leemos. Ese proceso introspectivo para evadir la mente y huir del silencio y la ausencia sí logra captar tu atención y maravillarte por momentos, aunque éstos sean, por desgracia, escasos.

Comentarios

Coincido, coincido, coincido. Estupenda, as always.
Eric GC ha dicho que…
Es usté mi mayor fan.

Entradas populares