Un ‘gamberro’ ruso por la Gran Manzana (reseña literaria)

La existencia de autores poco convencionales, escabrosos, polémicos, incluso podrían definirse como ofensivos e insultantes, y poseedores de un humor que raya en ocasiones lo grotesco siempre han despertado mi interés. ¿Por qué razón? Imagino que mi mente no es tan pura, delicada e inocente como algunos pudieran llegar a creer. 
He de decir, en mi defensa, que estos escritores suelen estar desprovistos de cualquier complejo, no sienten miedo por hacer o ponerse en ridículo --u ocultan ese miedo mediante una osadía inusitada--, pues creen que no tienen nada que perder y eso, aunque temerario --según se mire--, les otorga un gran poder. ¿Cuál? Crear un halo de misterio difícil de resistir para cualquiera que viva inmerso en la monotonía. Aunque salvajes, en apariencia, su desparpajo y gamberrismo siempre ha sabido atraer la mirada de aquellos que se muestran pasivos en vida. Eso les conlleva multitud de críticas; dicen de ellos que son bárbaros, sin modales, un puro escándalo andante. Serán todo eso, pero suelen obrar según su criterio, sin ataduras, son libres. Eduard Limónov ha sido, es y será siempre un enfant terrible
Soy yo, Édichka (Marbot Ediciones) es la primera novela del poco ortodoxo escritor ruso que Emmanuel Carrère define como "un personaje desmesurado y estrafalario, con una peripecia vital casi inverosímil". Tras la lectura de esta novela de carácter autobiográfico, nadie duda de la excentricidad y singularidad del ya, para mí, inolvidable Édichka (diminutivo de Eduard en ruso). 
Limónov narra sus peripecias por la ciudad de Nueva York en la década de los años 70, época en la que la Gran Manzana era, como se refería Luc Sante, "una mezcla irrepetible de cosmopolitismo y abandono". Édichka cuenta sus paseos por las calles de una ciudad que es paradoja constante, donde el glamour y el vicio, la alta costura y los bajos fondos, conforman un todo. El escritor y ahora también político ruso, socialista acérrimo, relata con todo lujo de detalles --esto quizá escandalice a más de uno-- todas y cada una de las relaciones sexuales que mantuvo en esos años, incluso las homosexuales, también escribe sobre sus trabajos de tres al cuarto, sobre la inmigración... Soy yo, Édichka es todo eso pero, sobre todo, es un discurso sobre el amor y los celos. Si algo nos queda claro aquí es la necesidad del protagonista de sentirse amado, pues en el fondo, es un romántico, un poeta. "... yo tenía esperanzas, pensaba que podíamos vivir como desgraciados, aventureros, prostitutas, como fuera, pero juntos toda la vida", escribe. 

Comentarios

Me ha dejado con más ganas incluso.
Eric GC ha dicho que…
Hay mucho más por escribir de este libro. No he remarcado lo mucho que me reí en ciertos episodios. Es una lectura muy recomendable.
Va a ser mi primera lectura en cuanto aterrice en territorio patrio. He dicho.
Eric GC ha dicho que…
Cuentos los días. Con dedos de pies y manos.

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