¿Leer a los clásicos o a los contemporáneos? Esa duda (opinión)

Siendo consciente de la imposibilidad de abarcarlo todo, de leer todo cuanto quisiera, me queda el consuelo de pensar (y saber) que no soy el único ante tal situación. Escuchando una entrevista al profesor Francisco Rico, éste confesaba que apenas ya si lee. Solo lee aquellos libros que le bastan para seguir el curso de sus investigaciones y trabajos. El resto, queda abandonado, que no olvidado, lo que le produce a uno cierta desazón. 
Son muchos los que argumentan que el buen lector debe centrarse en los clásicos. Pero, ¿cómo obviar al resto, a nuestros contemporáneos? Y, ¿qué o a quiénes podemos definir como clásicos? Giorgio Manganelli decía que para ayudar a un autor a convertirse en clásico únicamente existía una vía: "Matándolo, tratándolo como si fuese un puro objeto, un organismo impersonal que acaso algún día tuvo nombre humano, vaciándolo de toda sangre que puede parecerse a la nuestra". En el compendio de escritos que la editorial Dioptrías ha tenido a bien publicar, La literatura como mentira, este inclasificable autor y crítico italiano reflexiona sobre la naturaleza de lo literario y cree firmemente en que no hay literatura sin deserción, sin engaño. De ahí que vuelva a preguntarme si el lenguaje y la literatura en sí no son más que un mero artificio, que lo son, en gran medida. Todo es un juego y como tal, cualquier diferenciación entre clásico y moderno o contemporáneo es otro ardid. Llegados a este punto, lo que uno debe hacer, si gusta, es leer lo que se le antoje. 

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